Rendido a tus pies

Tu mirada penetrante se posó en mis pupilas,
y en ese instante, querida, entendí la insinuación.
Son tus ojos cafés, y tu sonrisa distante,
La mirada que al instante, me cautiva la razón.

Ágatas embrujadas que se posan tranquilas,
y destilan bravías pasiones del corazón.
Ellos mandan, yo respondo, y me convierto en un tonto.
¡Eres tú la que mandas en mi querida pasión!

Es tu mirada marrón y tu ondulante cabello,
lo primero y lo más bello que me supieron domar.
Luego llegó sorprendente con la fuerza de mil mares
aquel cautivante beso que me apresó la razón.

Desde entonces aquí estoy, esperando tu regreso...
Con el corazón palpitante y el deseo a tu merced,
presiento que cuando llegues, saciaremos nuestra sed.
Yo cerraré tus ojos con un beso incandescente.

Te amaré locamente con mi cuerpo y con mi ser.
Tú me darás tu amor, entregándote en mis brazos,
y cuando abras tus ojos, lo verás muy claramente,
que mi alma ya saciada, caerá rendida a tus pies.