Requiem para un amor

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Sobre el viento suspira,

la mèlancolica gaita,

sobre las tierras Altas

hùmedas, nubladas de Irlanda.

Con dos, con tres,

con cuatro y cinco dedos

acaricia el Irlandes su gaita

como si fuera su mujer

su compañera del Alma,

la Guardiana de sus sueños.

El la recuerda en las ondulaciones del mar,

en la pureza de su espuma

que sobre la playa burbujea,

como la tristeza de seres marinos,

de cuyas làgrimas naciò el Mar.

Era ella su tesoro,

su flor ùnica,

el blasòn de sus batallas.

Ahora ella, ya no esta.

Sobre su lecho dejo la roseta bermeja

simbolo de su pureza,

sobre sus labios sembrò

las ùnicas pasiones que ella conociera.

Y sus aurelas abrieron,

con la ùnica llave,

sus pestañas negras.



No fue ella,

la ùnica que su lecho compartiera,

pero esa dama de cabellera extrañamente blanca,

le entrego en una noche,

todo lo que era.

Lo amo tanto,

tanto lo amo

en una entrega,

que la vida le dejo,

sobre su pecho poblado de estrellas.

Su llanto silencioso,

se vierte sobre las notas de la gaita,

pero aùn conserva la esperanza,

de que algùn dìa muerte,

lo lleve junto a ella.​