Reticencia

Reticencia


Salvajemente natural, yo te entiendo. Aunque distinto, yo te entiendo. Alguna vez el pánico también lleno de desgraciada luz los recovecos de esta habitación. No sabemos que caminamos, nos gusta estar afuera, preferimos el aire fresco al urbano manantial. Con todas sus liturgias, todas sus rarezas, tan cansados los látigos de devorar, ese turbado sumidero, Tú!, pequeño y colérico, no te escondas, el urbano manantial.

Prefiero dormir a despertar dentro de la ubre emponzoñada del manantial, dentro de sus tejidos viscosos, de sus laberínticos maestriles de lúgubres membranas, casi transparentes. Repletos de habitáculos con mamparas electrizantes, palpitantes, dejando correr la sangre por sobre nuestros ojos, saciando todas nuestra sed sobre las praderas de una estígia abadía. Yo te entiendo……, pero no puedo estar allá, desde acá siento todo más cercano.

Colosales murallas se enhebran una tras la otra, se abren paso entre lóbregos peñones y flamas vehementes hacia lo alto de una cúpula infernal, de conchillas filosas como navajas, de retazos humanos circuncisos, muertos, desde el primer momento en el que fueron dados a luz. Todo se me asemeja a un gran alcázar, el despeñadero de los sueños insondables (de los míos en general). Esta vida intrauterina es de un aspereza descomunal…..., solo con pensarlo me puedo ver desvanecer, sin espejos, sin los ojos, solo con el pálpito de mi corazón; y sentir como.......... mis fibras y mis nervios henchidos uno tras el otro palpitan, frías y largas prolongaciones se escurren por de entre mis yemas, ríos del mas furioso carmesí, donde danzan las romanzas de rosales deshojados, de sus pétalos de pura ambrosía, de pura luz maternal…..…., pero aquí solo quedo la carroña, el alarido estridente y siempre constante del Olifante.

Todo se contrae y se dilata en esta ciudad, es un gran órgano a punto de estallar. Candelabros, presidio de enormes mariposas de fuego son lo único que logran un tenue destello de luz, ¡esas ígneas mariposas lunares!, que solo se ven en el horizonte por las noches de blanca lucidez, esas mariposas celestiales que solo se ven a lo lejos por sobre las letanías del río. Encienden los mundanos gaseoductos por los que pacemos, y revolotean talismanes entre el moho y las aguas en estado de putrefacción. Nos dormimos hombro sobre hombro, clavícula sobre clavícula, herida sobre herida, y nos dejamos abducir por las logias y sus miradas de ágata, en éste, el urbano manantial.

Todo es tan repugnante, tan reticente a la Iluminación, y ahora vos, preciosa Ilusión, te hundes aun más, cada vez más, te vences y doblegas arrastrándote por piletas ocres de cartilaginosa viscosidad. Me dejas solo…….., ya lo temía, estebas predestinada a ser arpa y talud.



.dedicado a mi abuela, presa del Alzhaimer, y a toda la incandescencia de su luz.

 

Muy bueno. Una realidad que en lo personal, le temo… Fue todo un placer.

Abrazos
Chepeleón

 

Subiendo. Vale
Abrazos
Chepeleon