Rudolfo el master oxímoron

Una noche de día las perras maullaban
en la escarcha caliente de un secreto conocido
porque las puertas abiertamente se cerraban
tan
prontamente era tarde
para conocer que se desconocía el número
que hacía deshacer
el altivo bajo hechizo
de lo real soñado
porque la Torre Blanca Oscura del neo post Stephen KIng
era inalcanzablemente alcanzable a un paso
o
gesto predeterminado involuntario
en tentación disuasiva de perder encontrando
la mano izquierda de la derecha
oscuramente luminosa
como un primerizo último beso
malditamente bendecido
infernalmente cielo del paraíso perdidamente encontrado
un poco más menos hacia arriba bajo
aprendiz master del oxímoron.

 

jajajaja estúpidamente genial....

 

Me encantan los oximorones, es fascinante cómo destrozan y cambian la realidad. Xxx