Si yo tuviera un corazón

El corazón,
músculo incansable,
bombea la vida en cada latido.
Si callara su ritmo,
la existencia se desvanecería.

Dicen que en él germinan los sentimientos,
que el amor se origina en sus profundidades.
Que cuando amamos,
entregamos nuestro ser con el alma.

Que cuando el desengaño hiere,
es el corazón quien sufre la herida.
Que cuando la traición se cierne,
es el corazón quien se quiebra.

¡Oh, corazón ingenuo!
Te entregas sin reservas,
vulnerable ante el mundo.

¡Corazón insensato!
Amas sin exigir reciprocidad,
masoquista en tu entrega.
¿Por qué sufres...
...cuando el mundo te ignora?

Si tan solo tuviera un corazón...
Si no lo hubiera regalado,
¿cómo sería vivir sin él?

Con el tiempo comprendí
que la vida persiste
sin un corazón palpable.

Me volví más frío,
más cauto, más torpe
en mi danza con el mundo.

Mis palabras,
antes reflexionadas,
ahora brotan sinceras,
desnudando mis pensamientos.

Y entonces ella apareció,
y quedé prisionero de su encanto. Descubrí que mi alma late por ella,
pero que mi presencia no la atrae.

Sin percatarme,
hallé que puedo vivir sin corazón,
pero no puedo vivir sin su esencia.

A su lado,
los sentimientos vuelven a florecer,
en mi interior, la inquietud persiste,
y temo amar a quien desconozco.

Ella se coló a través de mis ojos,
y su esencia se ancló en mi pecho,
como un nuevo corazón.

Pero ella no está a mi lado,
y en la distancia me pregunto
si el destino nos aguarda.

¡Ah, si tan solo poseyera un corazón!
Si ella también lo tuviera,
ya estaríamos unidos.

Pero es ese abismo
ese inmenso vacío en el pecho
lo que nos mantiene separados.​