1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

Simple poema.

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Gabriel_saia, 18 de Febrero de 2012. Respuestas: 0 | Visitas: 454

  1. Gabriel_saia

    Gabriel_saia Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    29 de Septiembre de 2011
    Mensajes:
    41
    Me gusta recibidos:
    1
    Detrás de nuestra literatura, o, en ella misma, guardamos nuestra oscuridad. El manto sin fin que cubre nuestra inocencia con caricias depuradoras de sentimientos y nostalgia. Nos amamos, ambos lo hacemos con pasión y con una ternura que nos conforma a los dos. Nos decimos las palabras más atrevidas que conocemos, puesto que no tenemos reparo en dañar el vocabulario común que apreciamos, es más, se podría decir que amamos el simple hecho de hablarnos. Horas, horas, y más horas. El silencio, de vez en cuando, también nos parece cómodo. ¡Todo nos parece cómodo! Hace falta que uno esté al lado del otro, o distanciado, o lo que fuere.
    No he conocido el real placer más que con ella, nada se le compara ni aproxima.
    De vez en cuando nos miramos con deleite; sin embargo, no nos mencionamos nuestras bellezas –hay veces en las que como mucho nos decimos un genérico y somero “lindo”/“linda”-; para qué contarnos esas verdades, no nos malacostumbramos a la vocación de mencionar las gracias por pulgada que poseen nuestros rostros. Estoy seguro de que si hiciéramos ese bendito ritual de los enamorados nos ablandaríamos y ahogaríamos en carcajadas sin sentido, como solemos hacerlo con todo lo demás, con todo lo que despreciamos de manera hipócrita. De pronto, imagino el versito de memoria y con ritmo:

    “¡Ay, mi vida! Que belleza destila tu rostro esta noche: esos cachetes rosáceos encandilan mi alma que trata de adentrarse en tu figura silenciosa, en tu bella sombra; tus ojos, suavemente rasgados en sus orillas, cetrinos de mi corazón, irradian la magia que mantiene viva mi alegría; qué decir de tus labios: esos labios que beso con tanta dicha, labios color carmesí, labios que tanto amo -y ellos me aman a mí-. Veo tus pómulos, altos, hermosos, finos; tu nariz tan bella, adornada con esas pequitas tan preciosas, que aparentan ser manchas de café con leche en un lienzo blanco y terso, al igual que tus cejas, tan distinguidas y definidas; y tus pestañas, largas como ellas solas, pestañas que yo tanto amo.”

    ¿Para qué te voy a decir todo eso? ¿A usted le gustaría tanta cháchara? Me imagino, yo hablando y vos reflexionando sobre tu rostro: el rostro que más has visto en tu vida ¡imagínate! Pero, allí, tan poeta, te diré lo que ya sabes: sólo me comunico por medio de la voz y la escritura por un uso práctico: todas mis pasiones las tienes guardadas –guardadas bien adentro tuyo, solemnes pasiones-; tenemos todo lo que necesitamos: nos tenemos a nosotros, jugamos con nuestra subnormalidad que permanecerá siempre latente, por más que tratemos de aparentar cierta normalidad que no poseemos. La grandeza de tu espíritu me invade, me invades tú, toda. Me acuerdo de nuestro juegos luego de una noche juntos, recuerdo nuestras mandíbulas, recuerdo nuestras manos jugando a tocar sombras –esas sombras nuestras que ya se conocen bien, que ya se han acostumbrado-; recuerdo, además, las charlas tan interesantes que solemos mantener con frecuencia. Recuerdo todo, recuerdo tanto que… ¿qué decirte? ¿Decirte que te amo? ¿Para qué? Si tú, de mí, ya lo sabes todo: todo te doy ahora, todo te daré.
    Que las nubes que vemos hoy en día no nos confundan, disfrutamos tanto nuestros días que da placer saber que el mañana sólo es la cercanía con el futuro precioso que nos espera impaciente; sin embargo, no nos dejemos caer en la trampa del “tiempo que va a venir”: disfrutemos estos, nuestros días, los más hermosos. Repito: nuestros días –tuyos, míos: compartidos-.


    Gabriel.
     
    #1
    A Teclado y (miembro eliminado) les gusta esto.

Comparte esta página