Sísifo y hermes ( relato corto)

Sísifo.- ¿ A qué vienes ?
Hermes.- tu tortura me conmueve.
- y a penas la ves.
- ¿ has intentando dejarla ?
- Es imposible. Si dejara de empujar la roca hasta la cima. ésta rodaría sobre mí y me destazaría.
- ¿ Y si al descender y dejar la pendiente no reiniciaras la subida ?
- Entonces, créeme que; la piedra por mí, seguramente, escalará.
- lo entiendo ahora: no es el castigo que te dieron sino el temor, tu condena
- quiero evitar el dolor, es todo; de cualquier forma, soy un
réprobo. Dime, Hermes, ¿ Qué forma conoces de cambiar eso ?
- ¿En cuál has pensado tú?, me niego a creer que el tiempo que llevas arrastrando aquel grillete te haya servido de poco
- Es tanto mi deber que poco le cedo a mi persona.
- vaya que eres un viejo necio.
- ¿ A que has venido? ¿te envió Zeus a liberarme ?
- ¿a un atormentado ?, ¿un deshauciado? claro que no, quien soy yo, después de todo; y quien sería Zeus si cambiara su parecer.
- ¿ entonces ?
- sólo quería conocer a que paso bajas la cuesta, antes de subir el acero a tus espaldas.
- ¿ y que piensas obtener de eso?
- una lección.
- ¿cómo la conseguirás?
- de tus ansias y miedos.
- piensas; por supuesto, que el temor y no el cansansio causan mi lento paso.
- Exactamente.
- Tú, un Dios alado, que jamás roza su piel con las espinas ni daña sus níveos dientes con las escamas... Conoces, acaso, afortunado sirviente, al demacrado y abusado.
- sí, he visto muchos; me he mofado de varios y admirado a unos pocos. Y si te interesa, tú, sólo causas lástima. Pues, para tu condición no hay esperanza.
- Jaja. Es algo con lo que no contaba, siempre creí que mi sempiterna pena acabaría un día.
- Sabes bien que no es el cástigo de Zeus lo que provoca tu tormento.
- Es mi miedo entonces.
- Es posible, pero no tu miedo a ser aplastado, y por tanto, tampoco hay un evidente miedo al fracaso. Eres viejo, ya dejaste esas rídiculeces.
- De qué miedo me hablas.
- Miedo a salir de aquí.
- deja los sarcasmos. ¿Temor a ser libre?.
- Así es. De Otra forma, ya hubieras dejado esta colina.
- Zeus me deshollaría, aun si lo lograra.
- probablemente, pero eso no lo sabemos. como sea, no es miedo
al dolor lo que te tiene padeciendo nuevamente aquí.
- Quizás sea cierto pero dime, Hermes, ¿qué haré, abandonando ésto ?. Ya no habrá nada más con que pueda soñar. Almenos aquí me acaricia la idea de huir, una vez que huya y no me destroze ya ésta sofocadora rutina, que versos anhelaran mi mente, que inflanqueable sueño se adelantara a mis tropiezos. sobre que blandura descansarán mis deshauciados hombros sino es el pozo de alcanzables y complicadas imaginaciones. ¿QUieres acaso que sueñe la vida y que asiré de nuevo las delicias de la tierra?, cuando sabes que después de esto nada me espera porque no hay nada ya para un muerto como yo, exepto dejar un mal por otro más ligero. Déjame aquí, alimentando mis expectativas, porque al perderlas, se extinguirá la segunda parte de mi vida, y nada quedará.
- Es cierto que ya ninguna estrella avisarás pero ¿es suficiente motivo aquel para no satisfacer tu deseo?
- ¿Luego de eso que podrá hacerlo?, ¿De que valdrá salir de aquí?.
- entonces... era eso.
- ¿Ahora lo entiendes?
- Sí. y me llevo una lección mejor de la que esperaba conmigo.
- ¿ cuál es ? si de aquí nada has podido conseguir , además de venir en vano. Pues, ya ves que no habría ningún provecho desatandome de ésto.
- Allá afuera se ocupan de...bah! No ven su suerte... No están tan vivos como su carne.
- ¿Ahora entiendes porque el Tártaro es una perpetua oscuridad? No concibe estrellas que asir, ni horizontes que vislumbrar...
- Es cierto, afuera hay quienes temen emprender y aquí tu temes ver consumado tu sueño, pues extinguirías el único anhelo que aún te inflama.