The Dark Woman

Ha pasado tanto tiempo, Kaiane de los Cielos Oscuros, después de que partieras del Santuario no volví a saber de ti, salvo los rumores que contaban que aún estabas viva y que ahora te refugiabas en la cara de los libros.

Es increíble como los años avanzan y como la historia se va volviendo abrupta. El tiempo no ha sido generoso contigo, Dark Woman ¡Mira cómo has envejecido! Has engordado demasiado, tu figura estilizada se perdió. Atrás quedo tu cuerpo delgado y tu hermosa cola, ahora eres rechoncha, y tus mejillas son prominentes, ya no eres más bonita. Por mi parte yo estoy más delgado, casi hasta los huesos, he perdido fuerza y vitalidad, soy casi un fantasma de esos que no hacen nada, nada salvo observar.

Has cambiado mucho, ya casi no te reconozco, usualmente evito ver tu rostro pero si lo viera pensaría que eres otra, aunque todavía conserves esos ojos rojos de demonio siniestro, y esa nariz curiosa que deforma tu rostro, y tu cabello que es siempre escarlata para que combine con tus ojos.

Ya no sé casi nada de ti, excepto que te gusta el anime y que aún crees en Athena. Yo en cambio ya no me gusta nada y cada vez creo en menos cosas. Decidí no complicarme, no pelear por nada, llevarlo fácil. No vale la pena soñar sueños que los dioses destrozan, ya aprendí de la experiencia las lecciones de esta vida, y como no me gustó el jueguito, yo no sumo más a la chacota.

Por lo visto aún sigues haciendo radio, pese a esa espantosa voz ronca que posees. Yo por mi parte escucho radio en vivo y mi voz sigue siendo tan horrible que prefiero no hablar. Lideras en conferencias de anime, yo voy a ella solo para tomarme fotos con las cosplayers. Entrevistas personajes ilustres, a mí me entrevistan todos los viernes aunque nadie me conozca.

Te siguen gustando las cosas oscuras, los vampiros, la noche y el metal. Yo me río de las tinieblas y me dan asco los vampiros, en cuanto a música tengo solo 10 canciones preferidas que las repito una y otra vez en forma aleatoria.

Tu rimbombante nombre ya no retumba en mi cabeza, pero estúpidamente te busco, si lo reconozco, soy yo el que te busco. Te asecho como cazador a su presa. Ya no nos encontramos por casualidad en las redes sociales, no, ahora soy yo quien te acosa. ¿Por qué? Porque el asesino nunca deja a su presa media muerta, siempre cumple con su trabajo, hasta eliminar la última célula de vida, hasta acabar con la última neurona pensante.

Pero no te preocupes, en esta ocasión no pienso matarte, esta vez, creo que prefiero disfrutar de tu fascinante suicidio, definitivamente, eso me brindará más placer.