Tres puntos y un abismo

Cuando siento que ya me voy a curar,
siempre aparece un “pero”,
una sombra que susurra tu nombre,
una canción que me recuerda
que aún dueles.

No quiero despertar de este sueño
donde sigues siendo mío,
aunque sepa con certeza
que el final ya lo vivimos,
que lo nuestro ya murió
pero yo aún lo lloro.

Cuánto te extraño…
solo un poco,
de lunes a domingo,
cada mes, cada año,
cada suspiro que doy sin ti.
Mientras más pasa el tiempo,
más se agranda el hueco
donde antes habitabas tú.

No me acostumbro
a esta cama que ya no tiene tu olor,
a esta almohada fría
que no guarda tus suspiros.
Despertar sin ti duele
como si me arrancaran el pecho
una y otra vez.

Extraño tu abrazo cuando llovía,
tus dedos en mi espalda,
el calor que no daba el sol,
sino tú.

¿Dónde encuentro ese amor
que me dabas y que era perfecto?
¿Dónde está esa parte de mí
que se fue contigo?
Eres la pieza que falta
en el rompecabezas de este vacío.

Sigo esperando el día
en que regreses.
Mientras tanto, tiemblo.
Tengo frío…
y no estamos en invierno.
Pero no estás.
Y no me puedo calentar sin ti.

No te puedo olvidar.
Y no sé si es culpa del tiempo,
del destino,
o de esas historias
que nacen para ser bellas
y mueren con tres puntos suspensivos…

Qué maldita es esta nostalgia
que me muerde los huesos.
Qué cruel es extrañarte
y no poder hacer nada.
Caminar por la casa
es respirar ansiedad:
las paredes hablan de ti,
las esquinas guardan tu risa,
y el aire mismo
me recuerda
que tú
ya no estás.


-Dior​