Tú, sabes quien eres

Mar y Soles,
bellezas absolutas que te atraviesan como un rayo de luz en plena tormenta,
Marisoles que llegan y lo rompen todo,
el corazón, los recuerdos, las promesas que nunca se cumplen.
Llegan, sí, con la sonrisa de quien no sabe que destruye,
con esos ojos que ven más allá, que te miran y no te ven,
y uno se queda ahí, como idiota,
esperando algo que no va a pasar.

Marisoles que te llenan el pecho de esperanzas,
que te hacen creer que el amor es sencillo,
pero cuando te das cuenta, ya te arrancaron el alma,
y ni las gracias te dieron.
Te quedas con las manos vacías,
con el eco de una risa que no era para ti,
con el sabor amargo de lo que pudo ser,
pero no fue.
Nunca es.

Porque, a ver, ¿quién sobrevive a una Marisol?
Nadie.
Te destrozan,
y luego se van como si nada,
como el viento que te despeina y sigue de largo,
dejándote ahí, sin saber qué hacer con los pedazos.

Pero aún así,
qué bellas son las Marisoles.
Uno las mira y se olvida del daño,
se olvida de la cicatriz,
y las vuelve a querer, aunque duela,
aunque sepas que en el fondo,
te van a romper el corazón otra vez.

 

Un enfoque penoso del amor. Una lenta descripciòn poètica del desamor. Saludo amable y comprensivo. Julius