Una vez me pateó una mula...

Una vez me pateó una mula... Y creí que ese dolor nunca se me quitaría... A la semana siguiente... Me mordió una perra y el dolor de la patada de mula desapareció...​

Como si fuera el producto de un chiste mal contado, pero que en esencia nos muestra una realidad que, aunque no siempre reparamos en ella, sigue siendo cierta. Hay momentos en los que el dolor parece ser lo único que define nuestro presente, ese golpe que nos deja sin aliento y nos hace pensar que nunca podremos superarlo. Sin embargo, la vida tiene una forma curiosa de enseñarnos que todo pasa, aunque no lo queramos ver. A veces, lo que nos consume hoy, lo que parece imposible de olvidar, se desvanece sin que nos demos cuenta cuando algo nuevo, diferente y quizás más intenso entra en escena. Porque, aunque el dolor sea inevitable, lo que importa es que siempre hay algo más allá de él, algo que nos recuerda que nada es permanente, ni siquiera el sufrimiento. Y como tal, esta enseñanza tiene el propósito de mostrarnos solo una faceta del vasto conglomerado de situaciones que nos pueden acontecer. Por un momento, algo nos abruma, pero luego, otro desafío con más repercusión llega. Y si esto no es una regla, sí es algo que nos puede ayudar a valorar lo que tenemos, somos y queremos.


Crédito de la frase: A quien corresponde.


Te invito a disfrutarlo en el formato de video, solo espero que sea de tu agrado, gracias.





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