Ya No Hay Culpa

Ya no tienes que decir nada, ya todo está dicho.
Ya no hay palabras bonitas,
ni espacios de sobra.
Todo quedó tranquilo.
Miraste mi alma y no supiste qué hacer.
Intentaste darme forma, pero la forma ya la tenía y
no hay manera de moldear algo que ya está hecho.
Reconocí el sonido de tu voz en mis noches de lluvia.
Comprendí que solo me serías un paraje escondido,
lleno de sombras,
lleno de abismos.
Minimice mis ánimos por agrandar tus pasos,
corrí el pasado para no hacerte daño,
me inscribí en tu realidad.
Dibuje estrellas en mi cuerpo y memorice las agonías de tu vida.
Reconocí el silencio y a la soledad la llame por su nombre.
Te tuve miedo
Intentaste mirarme de reojo y hacer que mis madrugadas se llenaran de frío. Me mire en tu mirada y descubrí que ya no era yo a la que amabas,
a la que llamabas...
era la que te asustaba,
a la que no podías controlar,
a la que no podías ni oír hablar porque te daba pánico que me quedará a tu lado y te hiciera sangrar....
Y le di vida a mi vida.
Reconstruí parajes y
llene de libélulas mi alma.
Vestí mi cuerpo y le di un espacio para jugar a mis palmas.
Reconocí mis pecados y olvide los tuyos.
Decidí quererme un poco y dejarte de lado otro tanto.
Hice canciones de liberación y destruí los altares que una vez te construí,
en los que una vez olvide quién era yo por darte todo lo que había a mi alrededor y lo que tenía dentro.
A veces no me acuerdo ni quién eres.
Y te quise ser eterna.
Te quise dar todo lo que yo era,
todo lo que había dentro de los cristales con los que surque mi vida para deshacerme de los mismos demonios que te atormentaban.
Pero me fue inútil,
me hice tan frágil en tus manos que a veces tuve hasta ganas de morirme, hasta ganas de extinguirme.
Y te pedí eternidad,
y no supiste darme más que dolores de cuerpo y
angustias en el alma.
Me fuiste prisión y no poesía,
me fuiste ilusión y utopía.
Te detuviste por un instante para darme aire,
pero yo me detuve para siempre para darte vida.
Te liberé de tu cárcel,
te enseñé el camino al cielo,
te mostré los colores de mi cuerpo y
me mire en los instantes rotos de los abismos de los muertos solo para que ya no sufrieras...
Y cerré los ojos para ya no culparte del mal q me hiciste,
de las lágrimas que me sacaste,
de las angustias que me causaste y
de los demonios que despertaste.
Y se que ya no te amo.
Y se que tampoco te odio.
Y sé que ya no hay culpables y
sé que ya no existes.
Y sé que ya no quedan recuerdos ni tampoco estigmas,
ni demonios,
ni ángeles
ni nada.
Ya no hay culpa...

 

Completa y dolorosa descripción de un final amoroso.

Me gustó tu escrito Rebecca a pesar del infortunio.

Saludos.

 

Un encanto
deliciosamente Bello
Un gran gusto leerlo
Besitos