La Banda Municipal actuaba ayer en la plaza y la vi con mis papás tomando algo en la terraza. Qué guapetones estaban con el traje azul marino, con sus camisas tan blancas y corbatas color vino. Encima del quiosco actuaron y nos miraban de frente, pero uno con un palito daba la espalda a la gente. Ése, levantado estaba, todos los demás sentados, y cuando el brazo bajaba le miraban asustados. Movía mucho el palito, daba miedo ese señor, pero pronto mamá dijo… “ese hombre es el director y no digas más palito que alguno habrá que discuta; a lo que tiene en su mano hay que llamarle batuta”. Y lo más raro de todo fue cuando ellos terminaron, a mis papás dí en el codo y entonces también miraron. Ese hombre hacía flexiones y pensé… “no es el momento”, pero daban ovaciones a semejante tormento. Enseguida me explicaron que ese extraño movimiento era en agradecimiento a los que tanto aplaudían. Y los otros le imitaron, satisfechos parecían porque mientras recogían lanzaban risas al viento. .... .. ....
"Mira como corre el río", dice mi papá muy serio, pero según mi criterio no se mueve, ¡vaya lío!, yo no entiendo este misterio. Acaso sea una chanza, esto es algo surrealista, el que corre siempre avanza, delgado o con buena panza pronto se pierde de vista. El río nunca se aleja, así me baño en verano con mi papá de la mano porque si no, no me deja y me dice, “¡calla, enano!”, y otra vez vuelve a decir “que corre, que es peligroso, no discutas más, mocoso, que solo no puedes ir”, y me pongo muy furioso. Esto ya es un despiporre, ¿no será que al revés corre con las patas boca arriba? Viéndolo desde una riba, quieto está como una torre. ¿Quién me aclara este dilema?, ¿está corriendo o parado? Con mi papá justo al lado no quiero hablar más del tema que lo noto algo ofuscado.
Doña Pata tropezó, se torció una pata y exclamó... ¡qué mala pata! Un pato que la vio, le dijo... ¡qué espanto, querida, vaya herida! Con su otra pata, en el huerto, Doña Pata se puso a saltar mientras gritaba cua, cua, cua… (pobrecilla, pensaréis, pero no es cierto, ya lo veréis) …porque unos niños que pasaban la vieron como botaba y se pusieron con ella a jugar. La imitaron dando saltos con una pierna y hasta el pato, que era un pelma, lo hizo durante bastante rato. Doña pata ya no estaba dolorida pero fingía… …y saltando con los demás lo pasaba de maravilla. Desde el pueblo, se escuchaba tal algarabía que niños y niñas, mozos y mozas, varios abuelos con sus boinas y, por supuesto algunas señoras, se acercaron hasta el huerto y todos saltaron “a la pata coja”…. …incluso el alcalde, sin su corbata, estuvo jugando toda la tarde con Doña Pata. Y ella, muy contenta, a unos y otros decía… … ¡menuda fiesta!, ¡qué divertida!, es el mejor día de mi vida. .... .. ....
" La niña y el caracol " (Dialoguillo en el jardín) .... .. .... Caracol, caracolito, mientras llovía esta mañana te miraba desde el balcón. -¡Ah!, ¿me has visto, niña mía?... ... he salido para darme un remojón. - Algo me extraña, caracolillo, no te veo nunca, nunca, si hace calor. - No te extrañe, curiosa niña, yo me escondo si luce el sol. - Pero… ¡él es bueno! ¿por qué te escondes? A mi me gusta… …cuando viene lo llena todo de colores, como un pintor. - Le tengo miedo, dulce niña, él calienta mucho mi casa y en los cuernillos siento dolor. - ¡Jo!, qué pena, pobrecitos… …¿y aquella caracola que nos mira, tan coqueta? - ¡Ay!, niña linda, es la dueña, ella es la dueña de mi corazón. - Vaya sorpresa, si tienes novia, ¡anda!, mira, se te cae la babita… (¿será eso el amor?) …pero corre, escóndete, escóndete caracolillo, que sale el sol. .... .. ....
Aventuras y desventuras de un zapatero (III) “El burro con botas” Sigue huyendo el zapatero y, abandonando el islote, llega a tierras del Quijote volando como un jilguero. A la sombra de un molino sus zapatos aireaba y un buen guiso preparaba sin perder ojo al camino. Mas al poco, en lontananza, vio acercarse una figura a lomos de una montura; era el mismo Sancho Panza. "A vuestra merced ensalzo y de su maña preciso; ¡diablos!, qué bien huele el guiso, pero... ¿por qué va descalzo?" ... desde el burro dijo Sancho rascándose la cabeza y mirando con viveza la olla colgada de un gancho. "Buen hombre, del burro baje para hablar aquí, a mi lado, y tomemos un bocado antes de proseguir viaje." El zapatero, contento por estar acompañado, le dio guiso con agrado y además un gran invento. “De unas ranas saltarinas hice botas para equino. Van forradas con buen lino; saltan ríos y colinas.” Pues le vinieron muy bien. Sancho, va de bote en bote en busca de Don Quijote y asombra a cuantos le ven. Es que cabalga al revés, sujetándose a la grupa, y claro, a todos preocupa que el burro sufra un traspiés. ...... .. ......
" Soy un bebé " .... .. .... Aunque nunca digo nada, me van cambiando pañales, y todos me hacen señales, muecas... y alguna bobada. Incluso alguna alocada se acerca y dice… “bonito, ¡ay, qué cara de bendito!” mientras toca mi cabeza. Bien, ya sabéis, con certeza, por qué a menudo me irrito. .... .. ....
¡Vaya pareja ! .... .. .... Tengo una amiga gordita que, siempre alerta, vigila a un señor alto y delgado, y cuando este se despista rápidamente desfila y se pone a su costado. “Oye... ¿y éste garabato?”, ella pregunta ofendida... “ten un poco de cuidado”. “Esto me llevará un rato, le pegaré una barrida; venga, ponte en otro lado”. Él... se separa ofuscado, muy señorial y elegante, refunfuñando un poquito pues no sabe en que ha fallado, ni si era tan importante... “¡santos del cielo bendito!” Ella limpia, que la observo, y lo hace con mucho esmero, tiene ganas de acabar. Conmigo siempre los llevo, al altivo lapicero y a mi goma de borrar. .... .. ....
"El mosquito" ...... .. ...... Un mosquito descubre la ventana entreabierta mientras el niño duerme a la luz de las velas. Con vaivenes, la cruza sigiloso y se acerca zumbando levemente a su cara de seda. Un secreto al oído muy bajito le cuenta... ..."vengo para cuidarte en la calle y la escuela." En las sábanas blancas, el buen mosquito sueña; se ha quedado dormido a la luz de las velas. ...... .. ......
"Aventuras y desventuras de un zapatero (II)" "La serpiente y la cobaya" ...... .. ..... Recorriendo el mundo entero con sus zapatos alados, cruzó mares y condados el huidizo zapatero. Llega hasta un pequeño islote donde al fin duerme en la playa. Lo despierta una cobaya, que se esconde tras un bote gritando inquieta..... "despierta, que se acerca una serpiente y me quiere hincar el diente." Somnoliento, pero alerta, ve la serpiente muy cerca y saca unos zapatitos de su baúl.... "no más gritos; póntelos, ella es muy terca." La cobaya se los puso, la serpiente rebuscaba.... ¡no la veía.... no estaba! "esto es cosa del intruso" dijo, y reptando en la arena se alejó desconsolada. "Ya puedes salir monada porque no serás su cena." Te regalo esos zapatos que te harán siempre invisible y, cuídate en lo posible, de serpientes y de gatos." "Gracias señor, me ha salvado, ¡qué milagro, vaya suerte!" "Gracias a ti.... me divierte derrotar al que es malvado." ...... .. ......
"Aventuras y desventuras de un zapatero (I)" "Misión imposible" .... .. .... Norman Rockwell (pintor e ilustrador Un zapatero afamado, al que visitan marquesas, también hace su calzado para reyes y princesas. Un buen día el rey de Francia lo llama de forma urgente, y él acude con prestancia a la Corte del clïente. Allí recibe un encargo digno de su gran talento, pero extraño sin embargo, pues no es un par, si no un ciento. De un ciempiés se ha encaprichado la pequeña princesita, y quiere el mejor calzado para... "esa linda cosita". La misión es imposible... enanos, de plata fina, no es un trabajo factible, ya se ve en la guillotina. Preocupado, muy nervioso, corre de manera brusca hasta el baúl, donde ansioso al fin halla lo que busca. Consigue escapar volando con sus zapatos alados... ¿y el rey?... pues lo está buscando con su hijita en todos lados. ...... .. ......
"La viajera" .... .. .... Historias de Andrés, el perrito (IV) A finales de otoño, una mañana templada tras llover con mucha gana, el pequeñito corre por el prado entre las verdes hierbas, alocado, persiguiendo una bella mariposa en su difícil vuelo... "¡qué graciosa!", va pensando... "si parece tonta; sube para bajar… luego remonta!” Andrés, el vuelo en saltos lo convierte y ella, al ver que la sigue, se divierte. “Vaya perrito mono y divertido, ¡qué juguetón!... ¿de dónde habrá salido? Parece majo, quiero conocerlo, descansaré un ratito para verlo”. Sobre una flor morada al fin se posa y Andrés llega corriendo… “¿mariposa, por qué paras?... ¿no quieres jugar más?” - Anda, espera un poquito, ya verás, que en la sombra se está de maravilla. No soy ninguna niña ni chiquilla y jugar mientras vuelo me fatiga. - ¡Qué bonita eres!... ¿quieres ser mi amiga? - Gracias, claro que sí, pequeño encanto, hace mucho que no gozaba tanto. Vamos a presentarnos... soy María. - Encantado, pues ganas ya tenía. A mi me llaman el perrito Andrés, y a veces, digo frases al revés. Nunca te había visto, ¿vives cerca? - Es una larga historia... soy muy terca, nada más despertar echo a volar hasta el anochecer, sin descansar. - Pues que aburrido, nunca estás jugando. - Es porque el frío viene castigando, si dejo que me alcance estoy perdida, muy pronto acabaría con mi vida. - Tampoco a mí me gusta, no, ¡me espanta!, pero entro en mi caseta con la manta. - ¡Hala!, tienes caseta buena y fuerte, ya podría tener la misma suerte. Cuando llega el invierno es imposible vivir donde nací, pues es horrible, y debemos viajar a otra comarca todas las de mi especie, las “monarca”. Es un tremendo vuelo… muy, muy largo. - ¡Caramba!, vaya lío... me hago cargo. - Llegué al caer la tarde, ya agotada, y aunque he dormido mucho estoy cansada. - Pues me alegra tenerte de vecina y jugar por el prado o la colina. ¿Tú quieres?, dime, ¿quieres... por favor? - Sí amigo, por supuesto... ¡qué primor!, gozar de los momentos es muy bueno porque se van deprisa, como el trueno. - Pero… ¿es que no te quedas?, ¿marcharás?, si no te encuentro, dime... ¿dónde irás? - !Qué listo!, viajaré en la primavera hacia el norte, con mi familia entera. - Por favor, no prepares la maleta, ¡quédate!... yo te dejo mi caseta. - Andrés, no es un capricho, ten certeza, la que gobierna es la naturaleza. Pero tú eres divino... ¡va!, juguemos mientras tanto que luego ya veremos. También te contaré con calma cosas increíbles... parecen milagrosas. Y batiendo sus alas de colores, se va volando cerca de las flores seguida por Andrés siempre saltando. Se diría que un vals están bailando. ...... .. ......
“La sala del tesoro” Historias de Andrés, el perrito (III) ...... .. ...... Andrés, pasea por el bosque viendo que unos cuantos conejos van corriendo... “creo que llevan demasiada prisa, igual están llegando tarde a misa”. De improviso, sucede algo intrigante, las aves interrumpen su incesante canto… “vaya silencio tan extraño, ¡qué raro!, si parezco un ermitaño. “No pasa nada, sigo paseando”… y, un momento después, está volando… “¡pero, esto es imposible!… mal asunto, ¡si floto!… ¿no será que soy difunto?” No para de subir, se aleja el suelo y va subiendo rápido hasta el cielo. El gran pino dorado era infinito, pero visto de arriba es muy chiquito. Siente como en su espalda, varias uñas, se clavan en la piel como unas cuñas y, la nota estirarse tanto y tanto, que solo con pensarlo le entra espanto. Oye una fuerte voz, atronadora, que no es precisamente de señora. “El halcón Gerifalte soy… ¿qué, chato? dime, ¿quieres jugar conmigo un rato?” Andrés no sabe darle una respuesta, tiene vértigo, todo le molesta. - Suéltame… que parezco un jorobado, me haces daño, además estoy pasmado. - Ja, ja, ja… si acabamos de empezar. - No, suelta… tengo ganas de orinar. “Bueno, si quieres…” Gerifalte dijo, y sus garras soltó con regocijo. El pobre Andrés desciende velozmente, y lo único que bulle por su mente es que el pino dorado, en esta espera, vuelve a ser poco a poco el que antes era. Además, tiene mucho, mucho frío. “Hasta aquí hemos llegado… señor mío”. Nota que Gerifalte lo sujeta en el último instante y, majareta perdido, continúa con su vuelo; Andrés encuentra un poco de consuelo. - No te has visto la cara, alucinante, ¡qué bueno!, ¿te parece emocionante? Bien, bien, pequeño… como no te asusta repetimos, que a mi también me gusta. - No, por favor, no quiero, ten piedad, que tengo mucho miedo, de verdad. Tus garras se introducen afiladas en mi piel y la rasgan como espadas. Los vuelos eran cada vez más altos, y Andrés no gana para sobresaltos. Gerifalte gozaba como un loco, lo soltaba y cogía cada poco. No sé decir el tiempo que estuvieron así, mucho según quienes les vieron. El halcón concluyó por fin su juego, y el pobre tuvo un poco de sosiego. Ahora, ya planean con el viento sobrevolando el pino amarillento. Andrés, hasta lo considera extraño, pues éste no varía su tamaño. Desde lo alto divisa el gran remanso que transforma al furioso río en manso. Lucas tiene su casa allí, al abrigo. Es un castor, y Andrés su gran amigo. “No quiero que me siga haciendo daño este loco, veremos si le engaño” - Oye, halcón… tu eres fuerte como un toro, pero no sabes donde está un tesoro. - Gracias, tus merecidas alabanzas merezco, pero cuida bien tus chanzas. Dime, ¿has dicho tesoro?...va, responde. - Sí… conozco uno digno de un vizconde. - ¿Dónde está?, no me mientas, ¿está a mano? - Pues sí, en ese remanso tan cercano. - Mejor que sea cierto lo que dices, o te rompo de un golpe las narices. Bajan hasta el remanso muy deprisa. Andrés… tiene en la cara una sonrisa. - Es esa inmensa casa de maderos, su dueño siempre atiende a los viajeros y muestra entusiasmado su tesoro; le gusta presumir… y sin decoro. Alerta siempre, como estando en guerra, Gerifalte le dice al tocar tierra… “bueno, te soltaré mientras espero, aunque no vayas lejos, que soy fiero”. “Me sorprende la gran benevolencia y la amabilidad de su excelencia”… contesta Andrés irónico, enfadado, deseando escapar del desalmado. Tiene su espalda como los proscritos, y enseguida comienza a lanzar gritos. “Lucas sal, por favor, amigo… y pronto”. (“Si no está, se me queda cara tonto”) Y Lucas le contesta… “¡carambola!, pasa Andrés, tengo al fuego una perola”. - No vengo solo… vengo acompañado. - ¡Bah!... si da igual, entrad, he terminado. Juntos entran los dos, no ven ni torta, aunque a nadie parece que le importa, hasta que Lucas abre unas ventanas con sus patas haciendo filigranas. “Tienes muy mala cara, Andrés… ¿qué pasa?” y este, le guiña un ojo haciendo guasa… - Verás, es Gerifalte… un buen colega, las joyas viene a ver de la bodega. Y Lucas se sitúa rápidamente… “no es colega, parece un delincuente y le ha dicho que tengo algún tesoro… solo piensa en llevarse todo el oro…” Bien, perfecto… vayamos pues a verlo. Halcón… con tu nariz puedes olerlo, huele como las rosas, parecido, en aquella salita está escondido. Corriendo sin pensar, como un chiquillo, va Gerifalte iluso en el pasillo y llega derrapando hasta unas salas; entra en una palpando con sus alas. Cruza en la puerta Lucas un buen tronco, y amenazas escucha en tono bronco. - Ningún tesoro veo… ¡so canallas!, os mato… comeré vuestras agallas, haré con vuestros restos picadillo y amasaré despacio un buen ovillo que tiraré rodando al precipicio. Pero no acabará vuestro suplicio, porque al final, lo quemaré en la hoguera. ¡Sinvergüenzas!, rezad, eso os espera. - No dices, fanfarrón, más que sandeces, estar un tiempo preso te mereces. Quiere ir por ellos pero ya no puede, Gerifalte se entera qué sucede. Ha puesto Lucas otro gran madero cuando él amenazaba tan grosero, y ha dejado la entrada bloqueada mientras iba buscando para nada. - ¿Cómo osas encerrar, idiota, al viento, al rey, dueño de todo el firmamento? - El poder no se gana siendo un chulo, te lo debes ganar con disimulo. Así que… permanece calladito, no eres más que un cabeza de chorlito. - Lucas, eres un genio… sigo ileso, ¡diablos!, si me apetece darte un beso. - Quita… que me pondría colorado, pero brindemos, nos hemos salvado. Bueno, Andrés, Gerifalte está en su “nido”, me tienes que contar lo sucedido. - Sí… te lo contaré muy, muy despacio, siempre que no salga de su “palacio”. - No temas… no saldrá hasta que tú quieras, la sala está construida para fieras. Pues que pase una larga temporada para que a los pequeños no haga nada, que merece llevarse un varapalo, yo nunca he conocido un ser tan malo. Ambos, muy satisfechos con sus voces, cantan y bailan, riendo y dando coces. Más tarde, Lucas abre la perola, Andrés disfruta con la merendola, y Gerifalte busca escapatoria... ya es hora de acabar con esta historia. ...... .. ......
“La guarida del monstruo” Historias de Andrés, el perrito (II) ...... .. ...... En un día de invierno muy nublado y frío, con el prado algo nevado, Andrés va por el bosque a dar la vuelta tras comer y dormir a pierna suelta. Está cerca de un río, contemplando los árboles feliz, risueño, cuando se queda quieto, con el rabo tieso, al notar un intenso olor a queso. Rascándose un poquito la barbilla, nervioso, busca cerca de la orilla. Entre las hojas secas es más fuerte el olor, pero Andrés no tiene suerte, se lía, tropezando en una rama, y al resbalar, honor hace a su fama. (Todos lo saben, cuando algo hace Andrés, casi siempre le sale del revés). Dando vueltas, de espaldas cae al río. “¡No, no!”… grita, "menudo escalofrío". Es un río tremendo, furibundo, tiene recia corriente, es muy profundo. Andrés dice alelado, sorprendido… “¡Dios mío… pero dónde me he metido! “¡Qué fría el agua… si no salgo, muero!” Pasa flotando entonces un gran madero, patalea, maldice su tropiezo, y apoya en la madera su pescuezo. El río los arrastra en su corriente y él grita por si cerca hubiera gente. ¡Qué pobre!, cada vez está más lejos, congelado, agotado, sin reflejos. Comienza a peligrar su corta vida porque no se le ocurre una salida. "Me agoto, moriré si no descanso." De repente, se encuentra en un remanso, aunque ve las orillas muy distantes…. ...creo que son mis últimos instantes. Su pescuezo, del tronco se desliza pero sus patas tocan algo… “¡Atiza!; ¿qué siento?, si mis pies notan dureza”… Justo a su lado asoma una cabeza con pelo fuerte y dos tremendos dientes blancos, recios y fuertes, relucientes, que además le saludan… “Buenas, hola pequeño… lo que pisas es mi cola”. “Soy Lucas, el castor… vaya, ¡qué apuro!, pensé … de esta no sale, te lo juro. Vamos hasta la orilla, corre, venga, que el temblor lograremos se detenga. Lucas, muy diligente, fuego enciende y Andrés, al lado, rápido se extiende. “Qué bien me encuentro cerca de la hoguera”. Lucas le dice… tú, tranquilo, espera. Luego, pasado un rato reacciona y entra en la casa… “Lucas, es muy mona, está hecha con cariño, con esmero.” dice al fijarse bien en un madero. - Este es el sitio donde yo he vivido mucho tiempo, feliz, entretenido. Pero estoy preocupado, muy nervioso, pues de los hombres sufro un gran acoso. Sé que quieren tirar toda la casa. No sé, no sé… veremos lo que pasa. - ¿Pero, a quién se le ocurre?, es mala suerte. - Quieren que la corriente siga fuerte. - Este remanso es una bendición. - Oye… ¿tú, gritas?, ¿eres muy chillón? - Tengo una voz tan grave y tan robusta que incluso a los leones los asusta. - ¡Ya será menos!... pero tengo un truco, yo no puedo gritar… parezco un cuco. Mira, esta casa tiene tres salones, túneles, pasadizos y rincones que las voces amplían infinito. Podrías dar, si quieres, un buen grito. Será cuando se acerquen los humanos. Con un poco de suerte, ya que estamos, creerán que hay fantasmas, o gigantes y ogros, o hasta alienígenas mutantes. - “Vale, esperemos…” Cuando al fin llegaron, Andrés les aulló y y rápido escaparon. Su voz, tan grandemente amplificada, parecía de un alma atormentada. En la ciudad, los hombres asustados comentan… “no vayáis o torturados seréis por ese monstruo, su guarida es grande y perderéis allí la vida”. Lucas… estaba loco de contento, bailaba con Andrés… “¡jo!, qué talento, pequeño, cómo chillas… qué pulmones, se tendrán que limpiar los pantalones.” - Y tú, Lucas… de buena me libraste, todavía me tiembla algo este empaste. Al calor de la hoguera, los amigos comieron pan y mermelada de higos y brindaron felices con vasitos de miel… después durmieron calentitos. ...... .. ......
"Los sueños, sueños son" Historias de Andrés, el perrito (I) La regia y formidable luna llena, desfila presumida por su almena e ilumina el jardín como una diosa cuando asoma, entre nubes, majestuosa. Pero Andrés, ya cubierto con un manto, no puede presenciar tamaño encanto. Dormido en su caseta, el pobre estaba disfrutando, cayéndole la baba, pues en sueños comía un rico asado y se daba un festín entusiasmado. Pero lo despertó de golpe un ruido tan raro que pensó… “¿será un bandido?... ¡jo!... tengo que salir con la linterna pero tengo dormida la entrepierna.” No puedo caminar, menos correr, ladrar es lo mejor que puedo hacer con esta voz tan grave, tan robusta, que a los leones más fieros asusta.” Con todo lo que daban los pulmones, dejando su garganta hecha jirones, chilla fuerte durante mucho rato hasta que entra, de pronto, un negro pato. “Buenas noches, ¡qué frío!... ¿verdad, hijo?”, moviendo la cabeza el pato dijo. Muy sorprendido, Andrés nada entendía… "¡qué gallardo en sus formas... qué osadía!" Con un hilo de voz, al fin contesta… “buenas… has acabado con mi fiesta, y justo cuando estaba más a gusto… no sé por qué me das tamaño susto.” - Verás, poseo un don, el de saber que sueñan otros. Yo lo puedo ver, y si alguien come asados en su sueño debo buscar rápidamente al dueño y lograr, como sea, que despierte para que se le olvide… si es que hay suerte. - ¡Maldiciones!… estaba tan feliz, supongo que esto habrá sido un desliz. - No… ponte en mi lugar un poco, amigo, y escucha por favor lo que te digo. Imagínate asado, sordo, ciego, rajado, mutilado… ¡no es un juego! Tu sueño resultaba peligroso, muy real e inquietante… ¡era espantoso! - ¿Y.... no te han asustado tantos chillos? - ¡Bah!,… no creas, pensaba que eran grillos, pero has gritado con mucho salero, pequeño, despertaste al prado entero. Fuera de sí, responde al invitado… “los sueños, sueños son… ¿no lo has pensado? Sabrás que vuelan libres, como halcones, como nubes, sin más limitaciones. No los temas, no son tus adversarios… ¡fuera, fuera sin más!, sin comentarios, y déjame soñar con lo que quiera, creo tener derecho hasta que muera.” El pato, pensativo, aprieta el labio.... “¡caramba!, qué sorpresa, si es un sabio…” “es muy bueno soñar mientras se pueda”… “tiene razón… sin sueños, ¿qué nos queda?" Se pasó un largo rato cavilando y, tras pedir perdón, se fue volando. Tras el enorme susto que ha pasado Andrés por fin se encuentra relajado, y al poco está dichoso, ya durmiendo, mientras la baba se le va escurriendo. En el cielo, la luna estuvo atenta a la conversación. Está contenta porque ha vuelto a ganar la tolerancia y, entre nubes, se va con elegancia. ...... .. ......