Encendí un tabaco como en los viejos tiempos. Yo nada más quería colgarme al universo. Errante presente, canción y sable. Estupor de las olas que brillan en la noche del océano. Luna de marzo. Sutil y peligrosa. Ya vimos una grieta en el tiempo. Debemos derramarnos fugaces y livianos. Y pasa la cañada como una lágrima hasta la sal. Cada mañana despierto los sueños, las almas, los nombres que no me conocen y me buscaban. Hoy puedo morirme desaparecido. Para buscarme el alba. Como una grieta el poeta. Como una vela. Sólo quiero ser este hoy que mañana es memoria. Luna de marzo. La cañada es un pueblo y la luna como una espuma como viajeros que son flamas que corren hasta el fuego. Por eso existen los desiertos con huesos de guerreros. Un misterio la pluma, un pedazo la luna. La total soledad de una maravilla. Sólo queda un aliento para dar y es este. Impecable es el viento, la verdad, los fantasmas que nos abarcan, los faros del otoño. Ojalá que los crepúsculos no te esperen como te esperan mis palabras. Yo perdería ante las fogatas. Saludando me despido. Así son las cosas. Sólo sé que la tristeza me bastó para reír. Creación compartida Riolita - MarcosR (febrero 2002)
¿Será posible entretejer un verso con las hojas caducas del destino? Un canto para el barro del camino que se haga portavoz de lo diverso. Si el rumbo está marcado en el reverso, el comienzo es un canto que adivino. ¿Por qué ha de ser solemne nuestro trino si somos finitud del universo? Si pensar en un canto que nos cante con todas las miserias que callamos pareciera ser menos elegante. ¿De qué vale la altura que buscamos, si el tiempo nos devora a cada instante y en un pozo a los huesos enterramos?
¿Será que mi destino sea este sendero lleno de copas rotas? Al otro lado del río de los infieles existe un gran panal. La mentira tiene manos de obrera y delirios de reina. Al oriente del río se vislumbra un valle, lleno de tréboles escarchados, por las lágrimas de los que sufrimos. Quise salvarme. Vi la montaña. Pinté con mi sangre las punzantes lágrimas de cristal. Sufrí el olvido. Y más que eso, sufrí el recuerdo. Lloré por mí. Una estrella se enciende. Me habla. Una estrella se apaga. Comprendo que soy eterno. Comienzo a escalar y al llegar a la cima hay una cruz, y una lápida con mi nombre. Creación compartida MarcosR - Riolita (Octubre 2001)
¡Oh noche! Palacio de los solitarios. Cueva del náufrago. Fruta oscura del taciturno. Una bocina a lo lejos me dice que estoy solo. Y en lo alto la luna, esa otra reina, obliga a este vasallo a contemplarla, sin más recompensa que la melancolía. La noche es el hogar de los iluminados y el infierno de los cobardes. Mi Fe descalza caminó en tu rumbo. Alguna vez lancé mis flechas de humo hacia tu corazón siempre escondido. Vuelo de gorrión muerto. Canción de cuna. ¡Oh noche! Nido de ángeles. Tus senderos callan los pasos. Destinada a morir por el sol de los mediocres. Envuelto en lágrimas cierro la puerta. Creación compartida MarcosR - Riolita (Octubre 2001)
¿Alguna vez escuchaste la música de la soledad, la canción del pájaro invisible, la quietud de un lago donde todo pasa? Algo se mueve. Algo se acerca. Algo muere. La soledad está llena de cosas que alguna vez sonrieron. Camino sobre cadáveres. Un caminante pasa. Me observa. Muere. Mujer que estas lejos, escucha estas palabras que me salen con sombras. Si estuvieras aquí, te olvidaría de repente. Quédate lejos, para amarte toda mi absurda vida. Sólo el silencio. Sólo la noche en plena tarde. Sólo el humo que te dibuja. Un ángel pasa. Lo observo. Muero. Creación compartida MarcosR - Riolita (Octubre 2001)
En la barranca cantan los grillos todas las noches. Yo creo que le cantan al río, percibo sus vibrantes clarines entonados a toda garganta enredarse en la base sonora de las olas del Plata... La barranca es un himno, es un canto de grillos. Estamos en su tierra y es bueno recordarlo.
La ausencia es una espina invisible de una planta cercana.
Debajo de las ruinas del mundo devastado. Arrastran los reptiles una vieja corona, hasta un sucio sillón abandonado...
Ya no Ya no será ya no no viviremos juntos no criaré a tu hijo no coseré tu ropa no te tendré de noche no te besaré al irme nunca sabrás quién fui por qué me amaron otros. No llegaré a saber por qué ni cómo nunca ni si era de verdad lo que dijiste que era ni quién fuiste ni qué fui para ti ni cómo hubiera sido vivir juntos querernos esperarnos estar. Ya no soy más que yo para siempre y tú ya no serás para mí más que tú. Ya no estás en un día futuro no sabré dónde vives con quién ni si te acuerdas. No me abrazarás nunca como esa noche nunca. No volveré a tocarte. No te veré morir. Idea Vilariño
"Te amo..." - grafiteó. Y el muro viejo se le vino encima en un abrazo apasionado... Autor: Egoluna.
A lo lejos un barco enciende velas en el horizonte, y una suave brisa acaricia las puntas de las colas de zorro que pueblan la barranca. Los últimos candiles de la tarde se apagan lentamente, en un estallido de colores que pintan todo el cielo. Y en la agreste penumbra del día moribundo, la barranca es un nido y el aire se hace canto. Con los ojos repletos de poesía, emerjo del ocaso y me hago verso. Por el este, una tormenta se avecina...
Nos quedamos solos, otra vez, y no somos los mismos. Tú tan llena y tan blanca. Yo tan vacuo y tan indio. Aprendiz de silencios, en la noche, la bruma. Pero te nombro y rezo, sin saberte del todo. Y aún así me convocas, niña blanca de junio. Se nos muere el otoño. Y tú renaces, reina. En tu anillo de sal voy orbitando. Y no llego a tocarte, ni a mostrarte mi sed de libertades, mis cataclismos ordenados, mis solidarias soledades, que no matan de amor, ni de tristeza. Sobre la mesa una canción, una esperanza, un sueño, una tibieza. Nos quedamos solos otra vez, y ya somos lo mismo. Tú tan llena y tan blanca. Yo tan vacuo y tan indio.
Puntuales las campanas estremecen el aire. Resuenan con urgencia los ecos que no vuelven. El tiempo nos acecha.