-
Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"Cerrar notificación
!!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!
Celeste -5-
Publicado por Céu de Buarque en el blog La Brava. Vistas: 648
De bebidas y drogas tuve suficiente. Cuando vivía en el burdel me obligaban a consumirlas y, con el tiempo, me volví una adicta. Necesitaba de ellas para trabajar. Trabajar…, sí, sé que es difícil para muchos entender nuestra actividad como un trabajo. ¿Qué puedo opinar? Conocí chicas que fueron lastimadas, algunas con heridas que las llevaron a la muerte. Torturadas como en una guerra: amenazadas, atadas, cortadas, quemadas con cigarrillos, asfixiadas con sogas o con bolsas de plástico. Es difícil no verlo como un campo de batalla sin más trincheras que nuestra habilidad para calmar hombres, que se pueden comportar como fieras, cuando no consiguen lo que quieren. El cuerpo es una especie de escudo – (la concha que protege la perla) – y nuestra mente el arma. Esta piel tiene marcas por hacer cosas que no quería. Me violaron de chica, se qué clase de monstruos visten de hombres gentiles.
En una ocasión, casi pierdo un riñón. Me interpuse entre el Gringo, – borracho, adinerado, con cargo de intendente– y La Nena. La muñequita de porcelana… le traían muchos regalos a cambio de un sexo depravado, hasta que se cansó de ser golpeada, violada, y dijo que no. En ese cuarto rojo la sangre de ella se mezcló con la mía. Murió de todas maneras, de las peores. No pude llegar a tiempo, rara vez se llega a tiempo.
En el Burdel, las paredes eran tan finas que las habitaciones parecían consultorios de sala de emergencia de un hospital trucho, los gemidos de todas y todos se confundían en el aire viciado. Los gritos de dolor y de pedido de auxilio se perdían entre música y gemidos; pero entre todos los sonidos pude escucharla. Corrí desnuda por los pasillos, abriendo puertas, hasta que los encontré. Todavía sujetaba el puñal incrustado en el cuerpo de la Nena. Sin pensar, me tiré encima para separarlos, le pegué con todas mis fuerzas en la cabeza y en la espalda. Entre gritos e insultos, se dio vuelta y con el “puta de mierda” vino el puñal. No me acuerdo más. Pero sé que el Gringo siguió de gran señor por un buen tiempo, y yo estuve dos meses internada a punto de perder la miserable vida que llevaba a cuestas. Pensó que podía hacer de todo, incluso matarnos y salir caminando con la frente en alto. Bueno, algo de razón tenía. Nosotros no podíamos entrar en ningún lado sin ser repudiadas, mientras que él durante 25 años fue dueño del pueblo, ¡borracho idolatrado! Supe que murió de un ataque. Irónica esta vida, literalmente le explotó el corazón.
Esos dos meses mirando el techo, me hicieron pensar. No quería terminar como la Nena. Empecé a esconder las propinas, que te dan cuando bailas bien o cuando quieren que les hagas algo que no pactaron con “la Jefa”, y poco más que ganaba por cliente. Pasó el tiempo, y el plan empezó a funcionar, comencé a vestir diferente, cambié de personajes y uno de ellos llamó la atención de un cliente que frecuentaba el Burdel, era director de películas pornográficas truchas, y comencé a trabajar para él. Fueron meses y meses ansiando llegar a tener lo necesario para irme de los suburbios porteños, resurgir en otro lugar. Me gustó siempre el mar, Río y su carnaval, esa alegría que veía en televisión me embriagaba. Todas esas plumas, la sonrisa en mujeres desnudas cubiertas de purpurina.
Imaginé que podía encontrar mi lugar aquí, y fijate donde vivo (mira por la ventana y ve la playa de São Conrado). Por eso luché para salir adelante, esto que ves ahora, quien soy y cómo vivo, es parte de mi vida, el pasado y el presente, y ahora soy parte de un sueño, el fruto del deseo de cambiar. Hoy puedo verlo claramente, viajar, salir de Buenos Aires, del Burdel, me salvó.
Con los años aprendí a hablar, ¿me entendés? Antes no hubieras comprendido nada. Hablaba en códigos, insultaba a cada rato, era una jerga maldita, lengua de putas, lo llamábamos entre nosotras, era lo único que nos habían enseñado.
Te decía que vivía borracha y drogada, cómo soportarlo de otra manera. Tenía que bailar con un tul negro traslucido adelante de lobos, capaces de masturbarse encima de ti, a la vista de todos, tirándote el pelo, golpeándote, mientras el resto aplaudía. Fingir que te gusta, gemir convenciendo que disfrutas del maltrato, para que acaben y todo de una buena vez termine. Puta, bailarina y actriz por unos mugrosos pesos.
Que lo hacemos porque nos gusta… no siempre es así. Puedo asegurarte que para llegar a ser respetada en esta profesión tenés que ser muy hábil, linda y nunca perder de vista que es algo temporal y que algún día, sino morís antes, vas a poder mudarte y dedicarte a otra cosa. La belleza se va con los años, las ganas de cambiar también.
Necesitas tener sesión iniciada para dejar un comentario