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Confesiones de sueños idos “las muertitas”

Publicado por danie en el blog El blog de danie. Vistas: 707

danie;5118270 dijo:

Insensatez al límite de buscar la luz de las sombras en la autopista de un cielo que evade los nubarrones, los rostros de lluvia y sus gotas anémicas y áridas como un colosal desierto.

Disfunción de las noches que residen en mi cuerpo, de los antifaces inoportunos de este complejo de ser hombre con sudarios como veneno de la misma resaca humana que envuelve mis ansias y mis apegos, mis afanes de glorias pasadas roncando en la memoria de mi lecho; es que así duermen los sueños en el letargo de los tácitos lamentos, tras los muros, tras las paredes y las habitaciones de este hospicio espectral con húmedos ojos que lloran sobre los patios en donde descansa la nicotina que mata mis horas de receso…

Emana mi mente jadeantes suspiros como bocanadas de éter mezclado en el suero frente a los extraviados pasos de las muertitas que deambulan por las salas. Mientras miro el vaivén eterno del péndulo del reloj muerto, esas perennes horas que me tosen en la nuca y segregan bilis de los pulmones difuntos de los ecos del silencio. Así una y otra vez se dilata la agonía tras las únicas mantas que cubren el pudor de mi cuerpo, esas batas blancas y celestes que se compadecen de mi voz, de mi aliento, de mi nombre escrito con la sangre seca bajo los azulejos de un mar de jeringas y sus excreciones fisiológicas, zumo de esas tardes decantadas entre analgésicos.

Con edema e hinchazón en la piel y en los músculos, con los tendones desechos por una ínfima onza de piedad que se derrama bajo las sábanas, bajo los pálidos zumbidos de la luz fluorescente y las miradas de esas muertitas que pasean por las salas con sus sonrisas de escalpelos que atormentan al mismo etílico; someten y humillan, flagelan con sus sombras los sudarios de los huesos.

Estos son mis padecimientos frente a los ojos de las indolentes discípulas, las muertitas que ayunan con sus punzantes ojos de enemas y lenguas largas de morfina rancia que no traen lenitivo ni calma alguna, solo hielan las venas y dilatan la mente con su meditar de desconsuelo.
Solo fustigan la aorta, aturden el miocardio con su espeso sarcasmo lleno de frialdad y colman al infarto para luego hacerle un baipás.

Es que cualquier anomalía es confinada al asilo de los sentimientos, al Borda de los platónicos deseos, por solo mutar al respirar algas y cenizas vestidas de humedades blancas…, de sueños de locas noches sin luna, sin ataduras, tal vez con delirio…
¡Sí, mucho delirio! Pero quién puede quitar lo vivido, los vicios, las toxinas y sus enzimas que dejan ebrios los sentidos de la piel de un orfanato, de un hospital donde juegan a ser dioses los indoctos del corazón muerto.

Muertitas les llamo yo, sin timbres o campanas para llamarlas, sin evocar sus amarguras de labios de pentotal asesino.
¡No me duerman, muertitas! No quiero su clemencia, su indolente anestesia, ya que el dolor marca que todavía respiro…
No quiero piedad, no necesito perdón, tampoco absolución.
No soy un cordero que llora su pecado, no es que no lo tenga pero no miento al decir que matan las venas vivir bajo las tinieblas sumisas que masacran el oxígeno. Bajo los ojos de las muertitas y sus goteros de suero que limpian mi sangre enferma, sangre que enferma a un mundo entero. Según el mundo de ustedes, las muertitas.

Según el ombligo del mundo y su raíz de ébano que techa los cielos, siempre bajo las condiciones crónicas (altas y bajas) de predicción médica. Siempre esperando volver a encontrar la libertad escondida en la vuelta de la esquina, en la calle que no transitaré, en el horario de visita…, y los familiares que no recuerdo ni me recuerdan, en el frío cristal que divide mi demencia y su enclaustro; un féretro con sabor a cama vacía y marchita.
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27 de Septiembre de 2014

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