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Cronología Aflictiva

Publicado por Katia N. Barillas en el blog EfÍmera ilusión. Vistas: 415

Llamamos a ´La Santa Biblia´, “El Libro de los Libros”. Si la hemos leído tan sólo una vez, veremos acumulada la historia de un inicio. El tiempo transcurrió… no detuvo su andar. Y, pasaron décadas, lustros, siglos y milenios, hasta que, una buena nueva, trajo hasta nos, a Jesús, El Cristo, el amado hijo de Dios.

El antiguo testamento es la parte primera, en donde se plasmaron las venganzas con idiosincrasia innata. El odio aún destruye, y, las guerras, aún nos matan; la mentira sigue siendo enseñoreada; la historia del más fuerte sigue su rumbo y, el ”ojo por ojo”, continúa vigente, sembrando el precedente, haciendo más fuerte al fuerte y más débil al débil; la justicia, no existe y, si respira, es menos justa y más ciega.

La historia nos muestra cómo se consolidaron los hechos asombrosos: Moisés salvó a su pueblo en cautiverio; Jesús llevó la verdad de los hechos a Adonai, el Señor, Padre Universal y Jerarca de los cielos. Moisés se descalzó ante la zarza ardiente, y escuchó la voz de un trueno que con fuerza le ordenó: “¡quita las sandalias de tus pies, que el lugar que pisas, Santo es!”.

La tierra prometida no conoció Moisés. Sólo le fueron dadas las ”Tablas de la Ley”, en las que se plasmaban las diez reglas del Rey, que son los mandamientos -por todos conocidos- en los que no hay revés.

Jesús a los leprosos las llagas curó; con tres días de muerto… a Lázaro resucitó; los ciegos al tocarle recuperaban la visión… son tantos sus milagros que, ¡no hay comparación! Y, lo que he dicho antes, alarmó al Sanedrín… Anás y Caifás le condenaron a morir.

El Monte de los Olivos será siempre el testigo de los cuarenta días en que Jesús, con fe, oró, sacrificio que le ayudó a no caer en tentación, cuando Satán solicitaba su fiel adoración, poniéndole a prueba por ser Hijo de Dios.

Con hiel y con crueldad pagó burda condena. Fue tanto su amor por nosotros que, aun en agonía, a Abbá, suplicó perdón. Obviando el dolor de la corona de espinas -que despiadadamente clavaron en su frente- solicitó la absolución de nuestros pecados -sin pensarlo dos veces- y, con voz entrecortada, desde la cruz dijo: “Padre, ¡perdónalos!, porque no saben lo que hacen”.

Nuestra falta de amor y de fe nos sigue convirtiendo en pobres y desgraciados; en seres humanos erráticos que, como el judío errante al garete divagamos dispersados por La Tierra sin ley y sin honor.

Han pasado dos mil veinte y dos años desde su llegada. Después de la traición que provocó su muerte, un mil ochenta y nueve veces, ha dado la vuelta el sol; mas no escarmentamos... el ego y la soberbia no nos dejan avanzar; y la vanidad y las ansias de poder, hacen que sea difícil poder reivindicar nuestro mal proceder.

Nuestra frase favorita: “perfecto sólo Dios”. Es ¡hipócrita excusa!, ¡mentirosa apariencia!, demostremos con hechos que tenemos clemencia, tomando en cuenta lo que dijo el Señor: “no oses por favor pedirme perdón, si aún no te atreves a perdonar a tu hermano”; pero, es mucho peor no poner atención, al nuevo mandamiento que nos legó y enseñó: “ámense unos a otros, como los ama Dios”. Es menester recordar la señal de los cristianos -como reza una canción- ”es amarnos como hermanos”, pues en la vida y en la muerte… “Dios nos ama para siempre”.

Hoy, es “viernes de dolores”, de dolores del cuerpo y del alma. Hay brasas que queman y quitan la calma porque, nada puede incinerar el karma; yo, sigo alimentando mi espiritualidad y en esta otra efeméride anual, me atrevo a concluir con el final de la tonada: “quien a sus hermanos no ama, miente a Dios si dice que ama”.

©Barillas Katia N.
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