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De las sombras a la luz

Publicado por Katia N. Barillas en el blog EfÍmera ilusión. Vistas: 229

De las sombras a la luz
Por: ©Katia N. Barillas

Muchos estarán preguntándose sobre mi nuevo “look”… cabello de corte varonil, en unas fotos con lentes y en otras, sin ellos. Bien, les sacaré de dudas. A continuación, comparto con ustedes la vivencia de la que creí no tendría escapatoria a corto plazo.

Resulta que, en el mes de enero 2022, hice una cita con el oculista regular porque desde hacía unos meses atrás, venía notando baja visión y no había lentes de medida específica que me ayudaran a ver mejor.

Después de haberme hecho todos los exámenes recomendados, el oftalmólogo me diagnosticó dos tipos de cataratas en ambos ojos; el primer tipo, correspondiente a la que todos padecemos pasados los 60 años (y yo, en ese momento, apenas estaba en mis 54 años); y, la segunda, era de tipo “corticoidal”, o sea, provocada por esteroides (padezco de alergia estacional y un espray vendido sin receta médica y que muchos recomiendan -incluyendo personal de salud- me provocó esta última, misma que aceleró el envejecimiento de mis ojos, degenerando en una muy baja visión de cerca y de lejos).

Con lo desconfiada que soy, no me quedé con el primer diagnóstico y acudí a consulta para una segunda opinión con un renombrado oftalmólogo de la ciudad, quien coincidió con la primera evaluación y quien me remitió al lugar exacto en dónde el seguro médico que tengo cubriría al 100 % la cirugía, pero, para que esto sucediera, tenía que ser remitida por mi médico de cabecera al cirujano. Ese es el protocolo.

Les confieso que estaba desesperada. Mi ojo derecho era el más afectado. Comencé a ver como si hubiese humo en todo el entorno; no lograba diferenciar las gesticulaciones en el rostro de las personas a dos metros de distancia (a no ser que cerrara el ojo derecho y dejara descubierto el ojo izquierdo que era el menos afectado y con el que podía defenderme un poquito más). Todo era borroso, difuso y descolorido; me escapaba de caer, no veía lo que era obvio. Estaba sufriendo a la máxima expresión. No podía leer (que es lo que más me gusta hacer). Debía de auxiliarme de una lupa 6X para leer en papel y, para hacerlo en la computadora, usaba la letra tamaño 72 y las pantallas en modo oscuro, pues, la luz, me estorbaba en demasía. Para salir y evitar que el sol me cegara, usaba sombrero, porque el resplandor me ofendía… en fin, mi vida se volvió bochornosa y ya estaba convertida en un tremendo caos. Hoy, puedo imaginar lo terrible que debe de ser para una persona el hecho de ser no vidente. ¡Qué tristeza! Los compadezco y empatizo con ellos.

Mi médico primario me remitió con el departamento de oftalmología del hospital en donde me atendieron inicialmente. Me dijeron que me llamarían. Después de la consulta y de haber transcurrido aproximadamente seis semanas sin respuesta, decidí llamar y preguntar qué pasaba. La decepción fue tremenda cuando me indicaron que debía esperar de uno a dos años porque “eran muchas personas las que estaban enlistadas y a la espera de cirugía”. Mas, no claudiqué. Cada mes llamaba para ver cómo iba avanzando el listado… bien dice el refrán: “quien tiene sed, busca el agua”. Fue hasta la semana veinticuatro en que me llamaron para comenzar a hacer las evaluaciones y doce semanas más tarde, me dijeron que podían operarme ambos ojos (primero sería el más afectado, o sea, el derecho y quince días después, el menos afectado, o sea, el izquierdo). ¡No saben la alegría que esto me causó! Cuando vi, ya me encontraba “comiendo ansias” ya que, algunas personas -que sabían de la panacea- me contaron sus experiencias y me llenaron de esperanza al decirme: “te felicito, amiga… porque vas a quedar como el día en que naciste”.

Y, heme aquí. Efectivamente, ¡nací de nuevo! La primera cirugía fue el 1° de febrero, 2023 y, qué decir… cuando asistí al día siguiente a que el cirujano me quitara el parche para evaluarme y cuando me midieron la visión, mi ojo derecho leyó hasta la más minúscula de las letras. Ahora, debía de esperar por la segunda cirugía, la que me realizaron recién, el 15 de febrero, 2023 y, nuevamente, al día siguiente, pasé la evaluación con el médico y también, mi visión está en el ojo izquierdo igual a la de su par. ¡Gracias a Dios, caí en buenas manos! El cirujano (un jovencito de ascendencia china) me dio una gran confianza y me explicó todo el procedimiento y los riesgos que podrían presentarse (como sucede con toda operación) y, poniéndome en sus manos y en las manos del Señor, estoy con mi visión de lejos 20-20 y únicamente usando lentes (refrescantes) de aumento 2.0 para devorar mis libros. Además de los cuidados, precauciones y consejos que te dan y que se deben de tomar en serio para no tener problemas… lo que te indican es: no agacharse; no levantar cosas pesadas; evitar que se te vaya agua en los ojos; no restregarte los ojos; usar el protector que te dan para dormir, ya que, sin querer puedes golpearte o pasarte la manos por los ojos cuando duermes; llevar las cosas con calma; tratar de reposar y echarte las gotas que te mandan para que cicatrice el área abierta donde insertaron la lente intraocular que repuso al cristalino original (para ver de cerca y de lejos) que se dañó en los ojos. Lo mejor de todo es que, después de pasados dos días de cada operación, puedes usar tu computadora, tu celular, etc.

Mentiría si les digo que no tuve miedo. El temor estuvo latente, pero, mi fe en el Señor -que guio las manos del médico especialista que abrió mis ojos para sacarme de las sombras a la luz- pudo más que mi temor. Puedo decir que esta prueba de resiliencia ha sido superada con éxito.

También me eduqué al investigar y, descubrí en palabras sencillas, las diferencias de mi afección; resulta que la catarata nuclear (la que suele asociarse con la edad y la que todos tendemos a desarrollar después de los 60 años) suele evolucionar lentamente y afecta más la visión lejana que la cercana; mientras que, las cataratas corticales (que me las provocaron los esteroides presentes en el espray que usaba para combatir la alergia estacional que padezco), hacen que se “opacifique” la corteza o envoltura del cristalino de los ojos y, aunque son menos comunes, afectan más la visión de cerca.

Si alguno de ustedes padece de cataratas de cualquier tipo, por favor, ¡atiéndanse! Estas son la causa de ceguera más común en el mundo y avanzan más rápido de lo que puedan imaginar. Recuerden que “al mal paso hay que darle prisa” y que “no se debe dejar para mañana, lo que se puede hacer hoy”. Debemos enfocarnos en la solución y no en el problema y si se cuenta con las herramientas y los medios para lograrlo, pues, ¡para mañana, es tarde!

Gracias por su atención.

©Katia N. Barillas
www.katianbarillas.com
https://www.youtube.com/c/NOCHESBOHEMIASdePURAPOESIA
https://www.spreaker.com/user/8086024
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