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Dreams.

Publicado por Dark_Fairy en el blog Monster.. Vistas: 517

Una vez escuché, que los psicópatas tenemos algo distorsionado en los sentidos, lo que provoca que, escuchemos cosas que no son o que podamos percibir olores que no existen, yo muchas veces oigo que gritan, que tocan, que abren la puerta, también huelo a gas y voy a revisar la estufa, huelo también un perfume muy extraño y dulce, en ocasiones cuando no hay nadie alrededor.

Los sueños se congelaron al iniciar el mes de la primavera, no sé si deba descongelarlos o dejarlos así un rato más, tampoco sé si esos sueños me sigan esperando al final o se desvanezcan, los sueños están vestidos con unos jeans y una playera blanca, así como cuando alguien viste a su muerto antes de que lo metan en el ataúd, así están éstos sueños, pero a diferencia de los difuntos, ellos, mis sueños, nada más están dormidos y congelados.

Berenice, se fue haciendo muy amarga, ya no sonreía, ni tenía la mirada dulce como cuando la conocí en aquel año, Berenice, iba a la casa todos los fines de semana para pasarla bien, dormíamos juntas y también platicábamos en ese momento de oscuridad y fresco, sobre la vida y los temores, dormíamos con la ventana del cuarto de hasta abajo, abierta, mientras uno de los gatos ronroneaba y ella respiraba como lo hacen los benditos, yo fumaba como malandrín, yo miraba el pedazo de cielo tan azul marino que se veía por la ventanita esa, todo en quietud, todo silencio, no tardaban mucho en aparecer los ruidos de los fantasmas, porque en la parte de arriba estaba atascado de espectros que intentaban hacernos la vida de cuadros, se esforzaban mucho en hacernos trastabillar, les reconozco la labor que realizaban, todos los veían, como que hasta se regocijaban cuando un vecino me preguntaba si alguien estaba arriba, como que hasta se ponían adrede en la ventana cada tarde que salíamos al parque, como que hasta les gustaba que los vieran, pero a nosotros ya no nos importaba eso, nosotros nomás nos metíamos a cenar pan y avena o café o papas fritas y veíamos la tele, ni nos interesaba quien estaba arriba haciendo malabares, nosotros llegábamos tarde de algún lado y la ventana se veía tan aterradora lo que sucede es que con el calor de abril o mayo, el tema de los fantasmas era secundario, aburrido ya, creo que a los que más les gustaba eso, era a los vecinos, ellos si que disfrutaban cuando les decía las hazañas que los espíritus esos, hacían o no hacían.

El día que fui a hacerme el tatuaje en las costillas, era uno de esos nublados del verano, de cuando no hace tanto calor pero comienza uno a sofocarse y con los nervios empezaba a sudar, sentí la aguja traspasar pero me imaginé otra clase de dolor, pensé que era más quemante, algo como para llorar, como cuando le duele a uno la muela del juicio o cuando uno se pega con la esquina de los muebles en un dedo o en la rodilla, era un dolor intenso y chinga quedito, como el de la migraña, que nomás jode y no revienta nada, apendeja, pero no era más que eso, como cuando uno se cae y se va raspando con las piedras pero en cámara lenta, como uno se corta con algo pero no pasa nada, después se siente un golpe como si a uno le estuvieran taladrando el costillar, pero nada espectacular, después todo fue un terrible ardor, ganas de tomar café, baños quitando piel muerta y cuidándolo para que no se eche a perder.

Berenice ya habla muy feo, siempre está enojada, como todos, ya se ha perdido entre las épocas y la turbia realidad, lo que ella tenía, ya no es como cuando la conocí y tenía ella su pelo castaño y sedoso, y sonreía y me abrazaba y luego me decía que todo iría bien, Berenice se ha quedado atrapada en un cuento y ya no va a poder salir.

También he leído, por mi propia cuenta, que los psicópatas somos encantadores, puede que si, sólo que nuestros sueños se congelan a menudo, los míos están entre aparadores de zapatos y autoservicios, los míos están sentados en la esquina de algún rescoldo, vestidos con esos jeans que me quedan muy bien y una playera blanca.

No quiero decirle a Berenice, que me da miedo ya conversar con ella, me apena que se encuentre así, es que, ya te he dicho que no le contestes, que si viene se cansará de tocar, ya te dije que te encierres y no le abras, porque, viene sólo a que le digamos lo que quiere oír, viene a criticar en silencio, viene a decir que estamos flacos, pues si, pero ¿Qué quieres que haga?.

A los psicópatas no se nos contagian los bostezos, tú te lo tomas a juego pero no lo es, a mi me incómoda no bostezar, cuando están en una de esas actividades del trabajo, todos lo hacen yo no, y ¿Qué te puedo decir al respecto?.

Mis sueños siguen ahí, sólo es cosa de tomarlos en serio, ya te dije, ya te lo he dicho antes.

O tal vez sólo deba volver a mis raíces, el paraíso no es un departamento amueblado.
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