Jose Anibal Ortiz Lozada 30 de Julio de 2025 a las 1:34 PM
Claro que eres culpable.

No por prometerme nada,
sino por haber existido justo cuando más me dolía el alma.
Por haber sonreído cuando yo aprendía a llorar en silencio.
Por no amarme, sí,
pero sobre todo por haberme enseñado a amarte sin medida.

Eres culpable de ese temblor que me nace cada vez que escucho tu nombre.
De esta herida que no sangra, pero que arde.
De esta fe inútil con la que me despierto pensando que, tal vez,
hoy sí, hoy sí me miras.

No te culpo de no haberme amado.
Te culpo de no haberte ido.
De haberte quedado en cada gesto,
en cada “¿y si?”,
en cada canción que no puedo escuchar sin quebrarme.

Eres culpable de ser la brújula rota
que igual me guía hacia ti, aunque me pierda.
Culpable de haber sembrado en mí una primavera estéril,
donde florecen promesas que tú nunca hiciste,
pero que mi corazón se inventó.

Yo, que te amé sin exigencias,
te absuelvo de no quererme,
pero no de haber encendido en mí una llama
que ahora arde sola,
que me consume por dentro
como un incendio que nadie ve.

Claro que eres culpable.
No de no amarme…
sino de haberme enseñado
lo hermoso que habría sido,
si me hubieras amado.