El Abeto en el verano

Con la “b” o con la “v”
Una colmena de abejas cuelga del viejo Abeto,
repleto de bichos voladores, el árbol,
de abejorros y vaquitas de San Antonio,
parece de fiesta, música y color, en el verano.

Bajo su sombra, que hace de techo,
toman mate la abuela y el abuelo,
como dos duendes riendo y hablando
hasta que cae el Sol, en el verano.

El tronco es casita de pájaros carpinteros,
del Búho y de un cuis pícaro y revoltón
que con migas de pan alimentamos,
y queso partido en trocitos, en el verano.

Sus ramas bailan con el viento
cuando mi hermano y yo lo trepamos.
La enredadera lo abraza todo el invierno,
y en primavera con blancas flores luce adornado.


La Madreselva perfuma el patio
donde unos geranios florecen, en el verano.

El Abeto tiene ramas por todos lados,
y llegan a la Lenga del sur, de diez años
que hoy tiene cinco veces mi tamaño.

También tenemos una higuera y un cerezo,
dos perales y un manzano.
Nuestro jardín se cubre de flores,
frutos y perfumes, en el verano.
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