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El aniversario

Publicado por Robsalz en el blog El blog de Robsalz. Vistas: 507

Ese día no tenía el mismo brillo que el resto. Lo normal habría sido estallar de rabia y recordarle a su madre sin medir las palabras. Lo normal habría sido tomar alguna de las ollas viejas y tirarlas al piso mientras me aferraba al llanto. Lo normal habría sido eso...

Sin embargo, cuando aquella noche sentados a la mesa luego de cenar una crema de vegetales y algo de carne me dijo que ya no me amaba, no sucedió lo normal. Eduardo y yo cumplimos ese día veinticinco años de matrimonio, una vida juntos, tres hijos, donde la menor ya contaba los dieciocho, yo contaba cuarenta y cuatro años y él tenía cuarenta y ocho vueltas al ruedo. Solamente Lucía vivía aún con nosotros, apenas iniciaba la universidad, habían pasado ya cerca de diez meses desde la última vez que tuvimos sexo digno de recordar, esa noche cenamos solos.

- No podemos seguir así Ofelia, la verdad no te hace bien a ti y tampoco a mí.
- ¿Me regalas esta confesión en vez del maquillaje de siempre?
- A mí tampoco me resulta sencillo, créeme, menos en esta fecha, pero pienso que una mujer como tú aprecia la sinceridad.

¿Una mujer como yo? ¿acaso tengo tres tetas o menstruo por las orejas?... de verdad que cuando Dios hizo a Adán no se le cruzó por la cabeza lo idiota que podían llegar a ser los hombres. Seguramente esperaba algún arrebato mío, me levanté de la mesa y fui a sentarme al sillón mientras encendía el televisor con el control remoto, serena, inamovible, con los labios como tumbas.

- Mira Ofelia, si quieres gritar, grita. Lo cierto del caso es que hace meses nos venimos jodiendo los dos, venimos mal y esto no es de ir donde un loquero a que nos diga que debemos arreglarnos.

Seguí callada...

- Eres una mujer estupenda y no quisiera que terminemos mal, por nosotros, por los chicos.
- No sé si te das cuenta Eduardo, Joel tiene dos años de casado, Evelyn ya hace planes y Lucy ya inició la universidad. No tenemos chicos. Ya son grandes. Somos sólo nosotros dos.

Todavía trató de hacer parecer aquello más dramático y sin yo decir nada comenzó a llorar como para dejar en claro que algo le dolía aquello. Volví a levantarme, esta vez caminé a la cocina, serví dos vasos con agua fría y le alcancé uno.

Tomó el primer sorbo mientras nos mirábamos, él sollozando, yo como una piedra a la que la tormenta no podía tocar ni mojar.

- ¿Es bonita? - le dije bastante calmada.
- ¿Cómo?
- La fulana con la que te acuestas. ¿Es bonita?.

Su cara cambió de rosa a color blanco muerto, casi cadavérico, parecía que estaba por darle un ataque al corazón.

- Imagino que está muy bonita, que te trata bien, que es una fiera en la cama y que ha de ser joven.

Definitivamente estaba por darle el colapso, calculo que en ese instante sudó lo equivalente a cuatro kilos de remordimiento, si es que lo sentía. Ahora el que quedaba mudo era él.

"Ring" "Ring", comenzó a sonar el timbre de la puerta, Eduardo ya casi en shock se levantó, abrió la puerta y miró frente a él a un joven apuesto, de aproximadamente treinta y cinco años, alto, moreno.

- Permíteme que te lo presente, Eduardo - le dije levantándome del sillón y acercándome a la puerta- él es Antonio, llevamos dos años de estar juntos, como amantes, teniendo el mejor sexo de mi vida, hace un mes me pidió que me vaya a vivir con él y como verás he aceptado. Los chicos tienen mi nueva dirección, digo, por si ocupas algo, no pongas esa cara, el amor es un maldito embustero. Cuídate.

Quedó mudo, sujeto a la puerta. ¡Hombres!

FIN
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