-
Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"Cerrar notificación
!!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!
La sala del tesoro
Publicado por Javier Alánzuri en el blog Cosas de niños. Vistas: 753
“La sala del tesoro”
Historias de Andrés, el perrito (III)
...... .. ......
Andrés, pasea por el bosque viendo
que unos cuantos conejos van corriendo...
“creo que llevan demasiada prisa,
igual están llegando tarde a misa”.
De improviso, sucede algo intrigante,
las aves interrumpen su incesante
canto… “vaya silencio tan extraño,
¡qué raro!, si parezco un ermitaño.
“No pasa nada, sigo paseando”…
y, un momento después, está volando…
“¡pero, esto es imposible!… mal asunto,
¡si floto!… ¿no será que soy difunto?”
No para de subir, se aleja el suelo
y va subiendo rápido hasta el cielo.
El gran pino dorado era infinito,
pero visto de arriba es muy chiquito.
Siente como en su espalda, varias uñas,
se clavan en la piel como unas cuñas
y, la nota estirarse tanto y tanto,
que solo con pensarlo le entra espanto.
Oye una fuerte voz, atronadora,
que no es precisamente de señora.
“El halcón Gerifalte soy… ¿qué, chato?
dime, ¿quieres jugar conmigo un rato?”
Andrés no sabe darle una respuesta,
tiene vértigo, todo le molesta.
- Suéltame… que parezco un jorobado,
me haces daño, además estoy pasmado.
- Ja, ja, ja… si acabamos de empezar.
- No, suelta… tengo ganas de orinar.
“Bueno, si quieres…” Gerifalte dijo,
y sus garras soltó con regocijo.
El pobre Andrés desciende velozmente,
y lo único que bulle por su mente
es que el pino dorado, en esta espera,
vuelve a ser poco a poco el que antes era.
Además, tiene mucho, mucho frío.
“Hasta aquí hemos llegado… señor mío”.
Nota que Gerifalte lo sujeta
en el último instante y, majareta
perdido, continúa con su vuelo;
Andrés encuentra un poco de consuelo.
- No te has visto la cara, alucinante,
¡qué bueno!, ¿te parece emocionante?
Bien, bien, pequeño… como no te asusta
repetimos, que a mi también me gusta.
- No, por favor, no quiero, ten piedad,
que tengo mucho miedo, de verdad.
Tus garras se introducen afiladas
en mi piel y la rasgan como espadas.
Los vuelos eran cada vez más altos,
y Andrés no gana para sobresaltos.
Gerifalte gozaba como un loco,
lo soltaba y cogía cada poco.
No sé decir el tiempo que estuvieron
así, mucho según quienes les vieron.
El halcón concluyó por fin su juego,
y el pobre tuvo un poco de sosiego.
Ahora, ya planean con el viento
sobrevolando el pino amarillento.
Andrés, hasta lo considera extraño,
pues éste no varía su tamaño.
Desde lo alto divisa el gran remanso
que transforma al furioso río en manso.
Lucas tiene su casa allí, al abrigo.
Es un castor, y Andrés su gran amigo.
“No quiero que me siga haciendo daño
este loco, veremos si le engaño”
- Oye, halcón… tu eres fuerte como un toro,
pero no sabes donde está un tesoro.
- Gracias, tus merecidas alabanzas
merezco, pero cuida bien tus chanzas.
Dime, ¿has dicho tesoro?...va, responde.
- Sí… conozco uno digno de un vizconde.
- ¿Dónde está?, no me mientas, ¿está a mano?
- Pues sí, en ese remanso tan cercano.
- Mejor que sea cierto lo que dices,
o te rompo de un golpe las narices.
Bajan hasta el remanso muy deprisa.
Andrés… tiene en la cara una sonrisa.
- Es esa inmensa casa de maderos,
su dueño siempre atiende a los viajeros
y muestra entusiasmado su tesoro;
le gusta presumir… y sin decoro.
Alerta siempre, como estando en guerra,
Gerifalte le dice al tocar tierra…
“bueno, te soltaré mientras espero,
aunque no vayas lejos, que soy fiero”.
“Me sorprende la gran benevolencia
y la amabilidad de su excelencia”…
contesta Andrés irónico, enfadado,
deseando escapar del desalmado.
Tiene su espalda como los proscritos,
y enseguida comienza a lanzar gritos.
“Lucas sal, por favor, amigo… y pronto”.
(“Si no está, se me queda cara tonto”)
Y Lucas le contesta… “¡carambola!,
pasa Andrés, tengo al fuego una perola”.
- No vengo solo… vengo acompañado.
- ¡Bah!... si da igual, entrad, he terminado.
Juntos entran los dos, no ven ni torta,
aunque a nadie parece que le importa,
hasta que Lucas abre unas ventanas
con sus patas haciendo filigranas.
“Tienes muy mala cara, Andrés… ¿qué pasa?”
y este, le guiña un ojo haciendo guasa…
- Verás, es Gerifalte… un buen colega,
las joyas viene a ver de la bodega.
Y Lucas se sitúa rápidamente…
“no es colega, parece un delincuente
y le ha dicho que tengo algún tesoro…
solo piensa en llevarse todo el oro…”
Bien, perfecto… vayamos pues a verlo.
Halcón… con tu nariz puedes olerlo,
huele como las rosas, parecido,
en aquella salita está escondido.
Corriendo sin pensar, como un chiquillo,
va Gerifalte iluso en el pasillo
y llega derrapando hasta unas salas;
entra en una palpando con sus alas.
Cruza en la puerta Lucas un buen tronco,
y amenazas escucha en tono bronco.
- Ningún tesoro veo… ¡so canallas!,
os mato… comeré vuestras agallas,
haré con vuestros restos picadillo
y amasaré despacio un buen ovillo
que tiraré rodando al precipicio.
Pero no acabará vuestro suplicio,
porque al final, lo quemaré en la hoguera.
¡Sinvergüenzas!, rezad, eso os espera.
- No dices, fanfarrón, más que sandeces,
estar un tiempo preso te mereces.
Quiere ir por ellos pero ya no puede,
Gerifalte se entera qué sucede.
Ha puesto Lucas otro gran madero
cuando él amenazaba tan grosero,
y ha dejado la entrada bloqueada
mientras iba buscando para nada.
- ¿Cómo osas encerrar, idiota, al viento,
al rey, dueño de todo el firmamento?
- El poder no se gana siendo un chulo,
te lo debes ganar con disimulo.
Así que… permanece calladito,
no eres más que un cabeza de chorlito.
- Lucas, eres un genio… sigo ileso,
¡diablos!, si me apetece darte un beso.
- Quita… que me pondría colorado,
pero brindemos, nos hemos salvado.
Bueno, Andrés, Gerifalte está en su “nido”,
me tienes que contar lo sucedido.
- Sí… te lo contaré muy, muy despacio,
siempre que no salga de su “palacio”.
- No temas… no saldrá hasta que tú quieras,
la sala está construida para fieras.
Pues que pase una larga temporada
para que a los pequeños no haga nada,
que merece llevarse un varapalo,
yo nunca he conocido un ser tan malo.
Ambos, muy satisfechos con sus voces,
cantan y bailan, riendo y dando coces.
Más tarde, Lucas abre la perola,
Andrés disfruta con la merendola,
y Gerifalte busca escapatoria...
ya es hora de acabar con esta historia.
...... .. ......
A bristy y Pi-Radianes les gusta esto.
Necesitas tener sesión iniciada para dejar un comentario