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Lagrimas del alma
Publicado por Hejaran en el blog El blog de Hejaran. Vistas: 423
LÁGRIMAS DEL ALMA
Estás triste,
has perdido la sonrisa
y seguramente tienes afectada
el alma.
¿Qué motiva
esta tristeza?, que
te hizo perder la calma,
lloras y te afliges sin encontrar
consuelo.
Has amado,
pero tu tristeza
no es de amor,
tienes una sombra
escondida que no te
desampara, ni
te deja vida.
Muchas veces,
te sientes incapaz
de cualquier cosa;
porque te domina el
desaliento y abandonas
lo emprendido.
Amaneces
confundida
y sin orientación,
empañados los ojos
como si tuvieras un manto
que te enceguece, y te hace
perder la razón.
Si no sabes
de dónde proviene
la tristeza, retrocede la
mente como si fuera una
película, allí podrás ver, que en
medio de tanta abundancia y tanta
dicha en que vivías, pasabas por
encima de todo y de todos.
Como si
estuvieras
sobre un trono,
imponías, ordenabas,
y criticabas.
Para los tuyos,
todo eran privilegios,
sin tener en cuenta los
valores de los demás, para ellos
era todo y más.
Recuerda,
que uno mismo
se labra la dicha o la
tristeza, y en medio de
tanto orgullo, y soberbia,
acabaste con todo lo que te
hacía grande.
Ahora, no te
encuentras ni sabes
el motivo que te acongoja,
porque la mente se atrofia, y no
hay peor ciego que el que no quiere ver,
y menos la realidad.
Los dos, nos amamos
adoramos y veneramos,
pero pudo mas tu orgullo y tu
prepotencia, sin tener en cuenta
ni sentimientos ni amor, y no solo
cerraste la puerta, la trancaste por
dentro, con chapa y pasador.
Hoy tienes
por compañía,
tu misma sombra,
los triunfos y las glorias
quedaron atrás, encerradas
en el mismo aposento, donde
seguramente compartes la tristeza
con tu soledad y con tu sombra.
Pídele,
Al Dios de la vida,
que retroceda el tiempo,
para que puedas ver lo bello
que eran tu cuerpo, tus ojos y tu
rostro, encantos, que se llevaron los
años y que hoy cubres con un
manto, como si fueras
un espanto.
Nada tengo
que perdonarte,
solo te critico que
de mi hijos y nietos me
alejaste, buscando con esto
las mismas glorias, ventajas y
privilegios de la ocasión, que finalmente
fueron tu perdición.
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