Malva de mi existencia

Observo la ciudad

a lo lejos de soles pudientes,

de lombrices las gentes

que su vida de bocas grises

llevaban eminentes de prisas

por amasar el oro

cuando este cuarto de siglo

se paró a mirarse dentro

de una lata de sardinas

de un quinto piso de su muerte,

miró tanto que lo que encontró

fue la esencia en si misma,

la naturaleza,

que le habló de espíritu:

Nada de la sociedad te llama

todos con sus cadenas

contempla el suelo del campo

todo crece sin preocupación

ese es tu pasado remoto

el que domina tu cuerpo,

campesino de todo ser vivo,

mira el monte esa montaña eres

ni al demonio temes

jardinero de tu existencia,

el campo y soledad es tu reclamo

de felicidad y plenitud,

pues tu don es,

simiente que tocas

simiente floreces

y así iluminado vives

de creerte el Creador,

lejos de delirio

eternamente tu don y virtud es,

mas encontrar a los Dioses

en lo único sagrado

el medio natural

en el que actualmente vivo.





El Castellano y Lhiannan Shee