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Palabreando el idioma castellano...
Publicado por Katia N. Barillas en el blog EfÍmera ilusión. Vistas: 282
Temario IV: ¿QUÉ ES EL VERSO? – “EL VERSO ALEJANDRINO”
Bibliografía: Enciclopedia Quillet * Estudios Críticos sobre el Modernismo por Homero Castillo * Otros: Wikipedia.
La palabra verso, viene del latín “versus”. Verso es el conjunto de palabras que están sujetas a cadencia (un cierto ritmo) y medida (determinada por la cantidad de sílabas). El verso es la primera unidad ordenada (o línea) de un poema.
¿Cómo se forman los versos? Un verso está conformado por un conjunto de oraciones o frases cortas. La medida es establecida por el número de sílabas métricas de cada verso, la rima es la coincidencia que existe entre los versos a partir de la última vocal acentuada y el ritmo es quien produce el efecto estético del verso. Por consiguiente, el verso es la unidad básica de un poema. Posee una medida según el número de sus sílabas poéticas, y esta puede ser distinta al total de sus sílabas gramaticales.
¿Cuáles son los tipos de versos? El verso suelto es aquel que no tiene rima, pero aparece alternándose con el verso rimado dentro de una composición (así, en un romance, los versos impares van sueltos, mientras los pares riman). El verso blanco es aquel que no tiene rima, pero sí medida, y aparece en una composición en la que no hay versos rimados.
Versos Alejandrinos.
Los versos alejandrinos nacen en los albores del siglo XIII en Francia y su nombre se debe a dos poetas de dicho país: Alexandre de París y Gautier de Châtillon. Estos dos autores usaban este tipo de versos para dar estructura a dos poemas que trataban sobre las hazañas de Alejandro Magno.
Su nombre proviene de la ciudad de Alejandría, o bien de la versión francesa del poema narrativo “Li Romans d’Alixandre” escrita por Le Tort y Alexandre de Bernay en el siglo XII. Fue muy usado en la lírica del mester de clerecía y, tras algunas ocasionales apariciones en textos de Gil Polo, Sor Juana Inés de la Cruz, Moratín y otros, renace en el Romanticismo, por influencia francesa. Recibe un impulso definitivo con los movimientos posrománticos de finales del siglo XIX y principios del XX, en particular con los poetas del movimiento modernista “marti-dariano”y los poetas del 98.
Alejandrino es el verso de catorce sílabas métricas compuesto de dos hemistiquios de siete sílabas con acento en la tercera y decimotercera sílaba. Los Alejandrinos o Tetradecasílabos son versos de arte mayor.
Un hemistiquio es cada una de las dos partes de un verso de arte mayor, separadas por una cesura o pausa interna; no admite la sinalefa porque la sinalefa permite la unión de la vocal o vocales finales de una palabra con la vocal o vocales iniciales de la siguiente, para formar una sola sílaba, tanto para efectos fonéticos como métricos pero, hace equivalentes los finales agudos, llanos y esdrújulos según las reglas métricas del idioma castellano.
Un ejemplo tácito de verso “alejandrino”, es el siguiente verso del poeta español, Luis Cernuda:
“Mis au-ro-ras fu-tu-ras y fur-ti-vos noc-tur-nos”.
Hemistiquio #1 Hemistiquio #2
7 sílabas 7 sílabas
2 hemistiquios de 7 sílabas cada uno = Un verso de 14 sílabas, llamado “verso alejandrino”.
El verso alejandrino puede tener varios patrones acentuales. El más común es el que tiene marca rítmica (sílaba tónica) en las sílabas segunda, sexta, novena y decimotercera:
“Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla”
Antonio Machado * España.
Hay otras variantes de uso menos frecuente. Por ejemplo, en su conocida Sonatina, el poeta nicaragüense, Rubén Darío utiliza alejandrinos con marca en las sílabas tercera, sexta, décima y decimotercera:
“La princesa está triste, ¿qué tendrá la princesa?”
En ambos tipos, el esquema rítmico es el mismo en ambos hemistiquios. En otras ocasiones, cada hemistiquio presenta un esquema distinto, como sucede en este verso de Pablo Neruda de Chile:
“Puedo escribir los versos más tristes esta noche”…,
donde el primer hemistiquio tiene marca rítmica en las sílabas primera, cuarta y sexta, mientras que el segundo la tiene en las sílabas segunda, cuarta y sexta (novena, undécima y decimotercera si contamos todo el verso como una unidad).
También se da el caso de versos heptasílabos en que el hemistiquio termina en palabra esdrújula, como por ejemplo en este verso del poema Caupolicán de Rubén Darío de Nicaragua:
“… blandiera el brazo de Hércules, o el brazo de Sansón”.
En época medieval, el alejandrino se usa dentro del “Mester de Clerecía”. El “mester de clerecía” es la literatura medieval compuesta por clérigos, es decir, hombres instruidos y no necesariamente sacerdotes (podían ser nobles, judíos o musulmanes, como el anónimo autor del poema “Yusuf” que es un poema anónimo aljamiado, o sea que está escrito en aragonés con caracteres arábigos del siglo XIV, en estrofas de “cuaderna vía”´o estrofas formadas por cuatro versos alejandrinos monorrimos, o sea, que son versos que tienen la misma rima que el resto de versos de la estrofa.
El texto del poema “Yusuf”, se descubrió incompleto, aunque se conservan unos 380 versos. Se cree que el poema fue redactado originalmente en el siglo XIII, aunque este primer original se ha perdido.
Se ha transmitido en dos códices, uno conservado en la Real Academia de la Historia (fechado a mediados del siglo XIV) y el otro en la Biblioteca Nacional (de mediados del siglo XVI), en Madrid. El primero se halló enterrado en una cueva cercana a Morés (Zaragoza), zona conocida por haber sido habitada en tiempos medievales por moriscos o personas descendientes de los musulmanes que continuaron habitando en la península ibérica después de la “reconquista”, por lo que aún conserva una huella árabe. El poema data de la segunda mitad del siglo XIV y está destinado a mudéjares o personas de origen musulmán que vivían en el territorio cristiano de la península ibérica durante la dominación islámica.
El poema “Yusuf”, cuenta la historia del patriarca José, uno de los doce hijos de Jacob, pero, no sigue el Antiguo Testamento, sino la tradición islámica. Su contenido refleja el comentario a la azora XII del Corán (Sûrat Yûsuf), y se completa con la Leyenda Dorada (siglo XIII) de Jacobo de la Vorágine y la Sefer hayašar, una colección hebrea de leyendas. Un poema medieval que trata el mismo asunto, las Coplas de Yoçef, se inspira sin embargo en la tradición bíblica y en el historiador hebreo Flavio Josefo.
El poema relata la historia de José/Yuçuf y los celos que provoca en sus hermanos, que lo maltratan y abandonan. Yusuf es vendido como esclavo y llevado a Egipto, donde se educa con la reina, esposa de Putifar el guerrero jefe de la guardia del faraón (en el poema, Zalifa), convertida en su madrastra, que se enamora, junto con sus damas, de él, debido en parte a la admiración por sus milagros y predicciones. Sus hermanos y su padre lo creen muerto, pero un lobo revela a Jacob que su hijo predilecto está vivo. José ha caído en desgracia y es encarcelado, pero su habilidad descifrando los sueños de los sirvientes del faraón, le granjean su libertad. El relato termina con la llegada de sus hermanos a Egipto, la anagnórisis o reconocimiento de un personaje por parte de otro en una obra dramática o novelesca, que provoca el desenlace del conflicto, como sucedió con el hermano menor Benjamín, quien sí quería a José, y el regreso de sus demás hermanos avergonzados por su anterior comportamiento.
Algunos críticos han concluido de que, en el poema, brilla la capacidad para la expresión de emociones y destacan los pasajes de intensidad lírica, a pesar de la obligación de mantener el conocido desarrollo narrativo. Como ejemplo aduce un momento en el que, tras ser abandonado y apaleado por sus hermanos, Yusuf se lamenta (estrofa 17):
“Non querás que finque sin padre y sin madre,
y non querás que muera desamparado de fambre;
dadme agua de fuente o de río o de mare [...]”
Más adelante, encontramos una lírica descripción del paisaje y las circunstancias ambientales, un hecho poco frecuente en la literaturas románicas o neolatinas de este periodo, aunque no tanto en la tradición literaria andalusí (estrofa 59):
“Cuando entroron por la villa, las gentes se maravellaban;
el día era nublo y él lo aclaría,
maguer que yera escuro, él bien lo blanquiaba,
e non pasó por escura que no la feziese él alborada”.
Quien o quienes escribieron el poema “Yusuf”poseían unos conocimientos superiores a los del trivium o triviales, que era la enseñanza elemental de la época. Estos clérigos habían cursado, en cambio, los altos estudios de entonces, es decir, la educación superior derivada del “cuadrivium”, de donde podría provenir la expresión “cuaderna vía”, que sirvió para llamar a su estrofa característica: el “tetrástrofo monorrimo”, compuesta por cuatro alejandrinos:
“Avie hy grant abondo de buenas arboledas,
Milgranos e figueras, peros e manzanedas,
E muchas otras fructas de diversas monedas;
Mas non avie ningunas podridas nin açedas”.
Gonzalo de Berceo * España
(Gonzalo de Berceo fue un poeta medieval nacido en Berceo (La Rioja) España. Uno de los máximos representantes del “mester de clerecía”).
En la poesía modernista se utiliza el alejandrino como sustituto frecuente del endecasílabo en la elaboración de sonetos, y también para formar pareados y otras estrofas. Así, en el “Coloquio de los Centauros”, Rubén Darío de Nicaragua, nos da un claro ejemplo de pareado:
“Cada hoja de cada árbol canta un propio cantar
y hay un alma en cada una de las gotas del mar”.
También tenemos el “alejandrino a la francesa” que son versos tridecasílabos o de trece sílabas. El “alejandrino a la francesa”, es un caso particular de alejandrino, cuyo primer hemistiquio termina en aguda, o bien termina en palabra llana con final en vocal, cuando el segundo hemistiquio comienza por vocal, por lo que en principio podría darse sinalefa (aunque la cesura o pausa al final del primer hemistiquio, la impide). Se discute su carácter, porque permite su lectura como verso simple de 13 sílabas o verso compuesto de 7 + 7 sílabas. Por ejemplo, Tomás de Iriarte, nos da un ejemplo palpable al inicio de su fábula “La campana y el esquilón” que empieza así:
“En cierta catedral / una campana había
que sólo se tocaba / algún solemne día”.
Tomás de Iriarte * España
(Tomás de Iriarte, inició su carrera literaria como traductor de teatro francés. Tradujo el “Arte poética de Horacio”. Fue el primer dramaturgo que consiguió dar con una fórmula que uniese las exigencias de los tratadistas de “neoclasicismo literario” con los gustos del público).
El último ejemplo de verso alejandrino francés que les daré es el de la poeta chilena, Gabriela Mistral, que en el Soneto I de su libro “Los Sonetos a la muerte”, dice:
“Del nicho helado en que / los hombres te pusieron,
tuviste que bajar, / sin fatiga, a dormir”.
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©Katia N. Barillas
www.katianbarillas.com
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