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Perfiles Psicológicos (Bianca Pictures Presenta: Halloween)
Publicado por Robsalz en el blog El blog de Robsalz. Vistas: 89
Halloween empezó a las siete de la mañana cuando llegué a la oficina y vi el lugar lleno, Alfonso estaba en el lugar donde normalmente me siento, estaba buscando otro asiento cuando se ofreció a cambiar de puesto, caballeros hay aún. La esquina estaba cambiada, lucía un aspecto más tonificado, más juvenil. Sandra estaba sentada en el campo donde suele sentarse Evangeline, que no asistió porque la placa de su carro tenía restricción vehicular. Batman estaba a mi izquierda, Pugsley Addams estaba al final del escritorio, luego vi a Cruella de Vil. Nicolás llegó con un traje de Oogie Boogie cosido a mano por él mismo.
Sandra y Vinicio estaban vestidos de demonios (en mi opinión el disfraz debería caracterizar algo que no se es), el disfraz de ambos incluía lentes de contacto y un tridente en el caso de Sandra, para verse más a tono con su espíritu. Luego fueron al salón de juegos y llevaron a cabo una sesión fotográfica donde el Infierno brilló en su apogeo.
Romeo llegó repartiendo el espíritu de Halloween, aprovechó que Isabel andaba una blusa celeste y le obsequió una diadema con orejas de gato del mismo color y a mí me regaló una de color azul que me puse al instante, bueno, Vinicio estuvo atento y me dijo dos veces que estaba mal colocada. Más tarde aterrizó Paolo, elegantemente vestido, como si estuviera celebrando el Día de Muertos en México, con un traje tan detallado que daba gusto ver. Enrique llegó con un disfraz menos elaborado, llegó vestido de los tiempos del Covid, con una mascarilla celeste cubriendo su boca.
Halloween también marca la salida de Augusto, que puso la renuncia para partir a nuevos horizontes, bien por él, aunque confieso que me quedaron pendientes varios puntos que tratar con su persona. Suerte.
Faltaba ver a Nicolás y Vinicio darle consejos sobre amor a Sandra, dos tuertos guiando a una ciega.
- Es que eso me molesta tenerlo en la boca – tenía razón Sandra, eso de los tratamientos odontológicos son molestos.
- Eso le molesta tenerlo en la boca, pero otras cosas… - también tenía razón Vinicio, había cosas que Sandra disfrutaba tener entre sus labios, aunque fueran de una talla más.
Durante el desfile de disfraces hubo de todo: Game of Thrones, It, un juego de carritos chocones que montó el equipo de Alfonso, Romeo y sus otros chicos, que por cierto no tuvieron competencia, porque nadie más participó por equipos. Hubo también un ancianito super simpático, que llegó y no paró de decir que aquellas cosas eran obra del diablo. Cuando estaba empezando el desfile se me acercó y con aquellos ojos brillantes que tenía, me dijo:
- Hijita, ¿se puede poner música? – porque había escuchado la participación del primer concursante (Pugsley Addams).
- Sí – le dije de manera que pudiera escucharme.
- Ay, ¡qué emoción! Entonces voy a pedir que me pongan un bolero, para recordar – seguramente quería acordarse de alguna muchacha que en sus tiempos mozos (hará unos sesenta años), le quitaba la respiración en algún salón de baile.
Cuando fue mi turno de salir a escena, Donato me hizo el favor de poner la música, pero el hombre tenía prisa, la puso apenas empecé a caminar y tuve que decirle que esperara a colocarme el gorrito de Navidad. El último en salir a escena fue Nicolás, le quitó el tridente a Sandra e hizo un par de movimientos atrevidos a mi alrededor. Con él terminó la pasarela. Luego hubo chalupas con pollo y ensalada, queque, tres leches y refrescos. Nos sentamos en la sala de reuniones, Donato (que había llegado como un deportista de alguna película de parodia) hizo la conexión para que jugáramos a las trivias, y, aunque Evangeline estaba inscrita con nuestro equipo, no pudo jugar, porque no se admitían equipos híbridos. Todos debían estar en la oficina o todos de manera virtual, así que el jefe se unió a nosotros. Pugsley Addams se comunicó con Evangeline y le informó de las reglas para formar equipo y el jefe hizo lo mismo. Al final quedamos en segundo lugar, después de cincuenta preguntas y logramos uno de los premios en efectivo.
Más tarde en los baños quedaba el último susto, Sandra abrió la puerta de los baños, con tan mala suerte que golpeó el carrito de limpieza que llevaba uno de los muchachos de mantenimiento.
- Es para que vea lo terrible que son las mujeres – alcancé a decirle al pobre muchacho.
- Sí, por eso es mejor seguir soltero – y volvió a acomodar el carrito.
Saliendo de la oficina recibí un mensaje “Suite 1, Hotel de Paso Estrella, Uruca”. Llegué a San José desde Escazú, tomé el primer bus que pasó hacia Uruca y me dirigí al lugar de encuentro, llevaba el disfraz de Samantha en el bolso, de haberlo llevado puesto, todos me habrían mirado raro en el bus y no faltaría quien riera. A los pocos minutos lo llamé porque estaba algo confundida con la dirección del lugar, pero luego de hablar, tomé un taxi y me condujo sin problemas hasta el lugar.
De los sitios donde estuve hasta el momento con el abogado, aquel era el más fino, tenía las paredes acolchadas con tonalidades rojas y negras, espejos en el cielo para ver la acción de reversa, un jacuzzi, un sillón tantra color rojo, al lado derecho de la cama Queen y una pequeña cesta con siete chocolates.
El hombre me pidió disculpas por la ausencia a la última cita, pero yo no estaba ahí para jugar al sacerdote, ni para escucharlo disculparse. Cogí uno de los chocolates rellenos que estaban en la cesta, lo puse en mi boca, lo mordí y puse algo del relleno en mi dedo pulgar derecho. Me abrazó, pero lo aparté un poco, hizo a hablar, pero con mi mano izquierda tapé su boca y entreabrí mi blusa, expuse mi seno izquierdo y lo cubrí con el caramelo que tenía en la mano, entonces le hice una seña y comenzó a probar aquel dulce, yo parecía una madre amamantando a su bebé. Luego fui desprendiéndome de la blusa, me tomó entre sus brazos y me llevó al sillón, o yo lo llevé a él, no recuerdo bien.
Me giré, él se acostó en el sillón, yo le ayudé a quitarse la camisa mientras nos besábamos, hice lo propio con su pantalón y él hizo lo que debía con mi ropa, excepto por mi cachetero que soportó unos minutos más en su lugar, lo mismo que su ropa interior. Íbamos sin prisa, con los teléfonos en modo vibración por si alguien interrumpía y luego de unos juegos previos que causaron una montaña rusa en ambos cuerpos, tomé las riendas para divertirnos. Con el abogado recostado, hice una especie de striptease (dentro de lo que cabe, porque como dije solo llevaba puesto el cachetero), me acerqué, comencé a recostarme sobre él y entonces, apoyé mis piernas en sus hombros para alivianar mi peso y que fuera lo más placentero posible. Luego me senté encima suyo mientras arqueaba mi cuerpo apoyándome contra la butaca, en el sillón concluimos con lo que llaman el beso de la mariposa.
El tiempo es tan relativo que cuando la estamos pasando bien, los minutos solamente tienen treinta segundos, por eso se pasa de manera tan rápida.
La lujuria es un pecado capital que al igual que el resto de ellos, promueve un placer en quien lo comete, no la cometemos porque sí, lo hacemos porque el cuerpo necesita sentirse deseado, y en ciertas ocasiones, mancillado. No recuerdo que cruzáramos palabra alguna, ninguno de los dos había ido a charlar. El segundo asalto, en la cama, lo iniciamos con un “Launch Pad” que es extremadamente delicioso para la mujer, debido a que la penetración puede ser más profunda que en otras posiciones, y desde ahí quedaba fácil cambiar a la postura de la mantequilla, que puede ser molesta para algunos si no se hace de la manera correcta. “La libélula” fue el cierre de aquella tarde de Halloween, donde pasé de ser Samantha a ser vampiresa, dispuesta a acabar con cualquier forma de vida que existiera en el abogado. El jacuzzi fue lo último que probamos, para relajarnos. El abogado se encargó de hacerme gemir y yo, me encargué de que no se acordara de su esposa o de cualquier otra mujer.
Habíamos terminado abrazados. Estaba terminando de abrochar mi brasier cuando sonaron las únicas palabras que recuerdo de aquel sitio:
- ¿Hay algo malo si empiezo a sentir algo más?
- Sí – le dije después de tres o cuatro segundos y aun con mis manos en la espalda – porque yo no quiero nada más.
Ambos terminamos de vestirnos y aunque cruzamos un beso al abandonar el lugar, no se sintieron las llamas del Infierno como cuando nos besamos en la habitación.
Cuando entré a mi casa, el reloj marcaba las ocho y dos minutos, un poco más tarde de la hora en que solía llegar. Contrario a lo que pensaba Sandra, había ocasiones en que no se podía amanecer con aquella persona. Tampoco sé si Vinicio y Nicolás entenderían, porque ambos son de la idea de que no disfrutan un rapidín, ocupan tiempo para desarrollar la escena completa e imagino que también ocuparán amanecer abrazados.
Las mujeres no fuimos programadas para mentir y tampoco fuimos programadas para estar aguantando las inseguridades de los hombres que piensan que cada amigo con el que conversamos está pensando en hacer el amor con nosotras o viceversa, o que cada mujer tiene pensado enamorarse, nosotras también buscamos algo de placer.
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