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Perfiles Psicológicos (Competition days)
Publicado por Robsalz en el blog El blog de Robsalz. Vistas: 184
“Mother looking at me
Tell me what do you see?
Yes, I've lost my mind”
All the things she said / t.A.T.u
Había llegado por cuarta o quinta vez a mi consultorio, con la misma solicitud, con aquellas maneras ansiosas que no nos dejan mirar la realidad. Quería que firmara su alta, las otras veces le había explicado los motivos por los que no lo hacía, esta vez firmé; hay guerras que hay que dar por vencidas, no porque el rival sea mejor, sino para hacerlo sentir feliz consigo mismo. Le extendí el documento y salió contento del consultorio, llevaba el acta donde hacía constar que ya no necesitaba mis servicios.
Amalia había llegado aquella mañana a la oficina con una blusa verde, haciendo alusión a sus antepasados, muertos siglos antes de conocerlos. Evangeline la observó, calculó sus palabras y luego de soltar una sonrisa por encima de su escritorio, le dijo:
- Amalia, ¿trajo la ayahuasca? – la otra la volvió a ver, sonriendo, porque la sonrisa es algo que fluye de manera natural en ella, luego fue a saludar. La verdad es que la blusa no se le veía mal, pero no era típico verla vestida de esa manera.
El día siguiente tocaba actividad, el grupo a cargo tuvo una idea lindísima, la creación de haikus, ese arte japonés equivalente al yoga, para liberar el espíritu y alimentar el alma. No me dejaron jugar, me eligieron de jurado, ¡a mí!, ¡qué diablos voy a saber de eso!, no soy escritora, a veces dudo de ser psicóloga y me ponen de jurado en una elección de esas. Enrique se acercó, se sentó junto a mí y me insinuó al descaro que los eligiera ganadores.
- Doc, usted sabe, elíjanos – como si mi dignidad e integridad pudieran ser comprados con esas palabras. Al final hubo un silencio cuando elegí al ganador, a mí me gustó, hubo obras en español e inglés, con tanta belleza y profundidad, que me sentí rodeada de poetas, con lo que a una mujer le gusta que le lean poesía (y más si te la susurran lentamente al oído).
Nicolás había estado enfermo, y en él se centraban las esperanzas de Evangeline, Amalia y la mía propia, para ganar el sábado en el juego de la búsqueda de tesoros, porque como él solamente se junta con ganadores. Ha de ser como Messi jugando, ese que ve la aldea quemarse y saca su valentía y magia para echarse el equipo al hombro.
Tres días después, cuando llegó el día, a mí me hizo falta experiencia jugando FIFA y a Amalia le faltó un compañero de equipo que estuviera a la altura de sus capacidades, de haberlo tenido, ella habría jugado la final y no se habría quedado en semifinales, como le pasó conmigo.
Donato llegó a contar su experiencia con la sesión de yoga, que se terminó convirtiendo en clase de pilates y donde lo habían puesto a sudar más de lo esperado. Enrique y Vinicio la pasaron tranquilos, sin sudar, relajados, mirando la competencia y a los demás correr como locos. En la competencia final, la búsqueda de tesoros, hice equipo con Amalia, Evangeline y Nicolás, quien corrió por el área de juego cual gacela en la sabana de África. Terminamos terceros, haciendo buen tiempo, sudados, por lo menos yo, con el aporte de todos. Nicolás había sido Messi, Amalia fue un CR7 comandando, Evangeline le quitó el puesto a Luka Modric y yo, tuve que conformarme con ser Walter “Paté” Centeno, inmóvil debajo del arco, mirando como Estados Unidos los mandaba al repechaje contra Uruguay, rumbo a Sudáfrica 2010.
El equipo que incluía a Romeo y Paolo terminó segundo, era obvio, sus cuatro miembros eran de los favoritos, por sus destrezas, porque son de esa gente que desata ese deseo increíble de salir a ganar y así lo hicieron. El equipo de Mateo y Sandra acabó cuarto, a poco de arrebatarnos el tercer lugar y conseguir alguno de los premios. Regina e Isabel no asistieron, tenían compromisos que adquirieron antes de conocer la fecha en que se realizaría la actividad. Lástima, porque ambas pudieron ser un par de dignas contrincantes, quedará pendiente para la próxima vez. Cuando a la salida Evangeline me hizo el favor de llevarme a la capital, Sandra, Vinicio y Nicolás, estaban planeando partir de fiesta.
Y aun restaba el almuerzo, dos días después en la oficina, con Paolo pasando de la felicidad y satisfacción por ganar de manera inmejorable la primera ronda de videojuegos, al dolor y la frustración de la derrota, tanto, que se desquitó con la pobre de Amalia, “hasta esa Amalia me ganó”, le dijo en frente de quienes estábamos allí. Amalia reaccionó con inocencia y sonrió al escuchar las palabras de Paolo. ¡Qué vergüenza Paolo, qué vergüenza!
En la reunión diaria, nada particular, Regina había aprovechado para abrazar uno de los almohadones y recostarse, en un intento de calmar esos arrebatos de ansiedad que a veces tocan a nuestra puerta.
Yo me voy de vacaciones por unos días, por lo que me desconecto de algunas cosas, espero volver con más fuerzas de las que cargo al irme y espero, que el chico del despacho no deje de mensajear conmigo para sentirme un poco acompañada, después de todo, la cena no estuvo nada mal y el postre fue dulce, tan dulce como un caramelo. Aún tengo en mis manos y mi cuello, algunas palabras en letra pequeña de lo que sucedió durante aquella cena. Listo, hay detalles que una dama no debe escribir.
A Alde y Carolina Varela Lopez les gusta esto.
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