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Perfiles Psicológicos (Evangeline y el cuerpo del deseo)

Publicado por Robsalz en el blog El blog de Robsalz. Vistas: 87

Hay gente que nunca aprende a callarse, gente que nunca aprende a soltar su niñez, gente que nunca aprende el valor de las cosas. Vinicio no había aprendido nunca a andar en bicicleta, por eso cuando Nicolás y Sandra lo invitaron a distraerse con el deporte del ciclismo que atrae a millones y millones de personas alrededor del planeta, Vinicio dio una respuesta negativa. Y, sin embargo, aquí sentada con un café, juraría con la mano en La Biblia, que a Sandra el aire de los pulmones no le daría para pedalear más de doscientos metros, ¡Wao!, Nicolás en cambio, creo que es de los tres, quien mejor condición física posee.

Con Evangeline e Isabel, conmemoramos el Día de Muertos contando historias curiosas sobre almas penitentes y enredos que los difuntos le dejan a sus familiares que continúan con vida.

El cuerpo deseado del día fue Evangeline, aquella mujer cuyos atributos frontales podían alimentar a aldeas enteras, y que según lo que dijo Donato, durante el paseo de la empresa a la playa compartirá sábanas, digo, compartirá habitación con Amalia, la chica de la sonrisa eterna, quien estaba feliz con la noticia. Sandra se ofreció a compartir la noche con ella, pero creo que la noticia le provocó un cierto mal cosquilleo o una contractura en el cuerpo a Evangeline. No importa, porque al parecer, Sandra ha quedado en la habitación con Nicolás y Vinicio, dos hombres y una mujer, ¡peligro de incendio!, no, no creo.

Sin embargo, aún quedan un par de semanas y con suerte, Evangeline logre desatar algún otro deseo de alguien que quiera quedarse con su compañía durante ese viaje. Donato, Amalia y la misma Evangeline trataron de convencerme de unirme al grupo, Amalia incluso se ofreció a hablar con mis padres o con quien fuera para pedir permiso (como si a mis años ocupara que alguien respondiera por mí). Pero mi postura desde un inicio ha sido declinar la invitación, no tengo problema con ninguno, pero tampoco me destaco por ser el alma de la fiesta, en el fondo sé que disfrutarán más sin mí, si me conozco un poco, no me conocen por ser la que pone a girar el mundo.

- Dice Sandra que, si quiere, ella le apaga la vela.

- ¿Me apaga qué? – entonces Vinicio soltó la risa, Nicolás giró la cabeza y Sandra alzó la vista.

- Por el cumpleaños.

- No, yo creo que ya se la apagaron – la observación de Nicolás iba dirigida con doble sentido, al parecer por su mirada.

Debo confesar algo triste, que en las veces que salí al pasillo frente a la oficina, no observé ninguna de esas muestras de amor que Dios suele poner a mi vista cuando me dirijo a los baños. ¡Qué lástima!, con lo lindo que se mira ese pasillo cuando Dios muestra su grandeza. Lo noté yo y también lo notó Tadeo, que miraba con sonrisa mi mirada algo somnolienta.

- ¿Qué pasó?

- Nada – echaba su cuerpo hacia atrás en la silla – no voy a pelear, a no ser, claro, que usted quiera pelear – este muchacho debe esconder algo en aquella mirada de chiquillo inocente, es solamente cuestión de ver más allá de sus ojos, lo anotaré como tarea pendiente.

La verdad es que a media mañana tuve que ir a enjuagarme el rostro, porque de otra manera iba a caer dormida encima de los monitores, la noche no fue tan generosa conmigo a la hora de conciliar el sueño.

- Este día, es lo más largo que he tenido en mi vida – Vinicio echó sus manos sobre su cabeza ante la mirada desafiante de Sandra.

- ¡Wao! – fue la respuesta de esta, quien con seguridad ha tenido cosas más largas entre sus manos, por no mencionar otras partes de su cuerpo.

Era exactamente la una y cincuenta y ocho minutos de la tarde, cuando el ángel que se posa en mi hombro derecho me dio un jalón en la oreja y me pidió que me volteara. Parecía que yo era el centro de atención de Nicolás y Vinicio, que me miraban sin parpadear, me sentí deseada entre los hombres, hasta que Vinicio abrió su boca.

- El jueves se fue sin despedirse – tenía una mirada seria, como político que pierde las elecciones.

- Sí – lo secundó Nicolás – ni siquiera un hasta luego nos dijo.

- Seguramente llevaba prisa, ¿verdad?, porque me quedé esperando que se despidiera – lo cierto es que el jueves mi cabeza estuvo en muchas partes (literalmente), por lo que no recuerdo si me despedí o no, pero no voy a dudar de la palabra de estos hombres.

Así que cuando cumplí con la jornada laboral, guardé mis cosas en el bolso, me levanté sin mucha prisa, me despedí de la poca gente que todavía quedaba en la oficina, Amalia, Mateo, Sandra… entonces me dirigí hacia aquellos que reclamaban una despedida formal. Vinicio tenía una risa extraña, le cubría la mayoría de su cara. Alzó su mano derecha como quien pide permiso para hablar y siguió sonriendo.

- Es que yo no abrazo – miré su mano alzada – choquemos los cinco, va a ser como si yo la abrazara – dudé un momento, pero bajo la mirada de Dios que cuida a esta sierva y dado que he visto El Exorcista tantas veces y pocas cosas me dan miedo ya en esta vida, le choqué la mano, la tenía más tibia que fría, creo que es primera vez que saludo a Vinicio más allá del simple “buenos días”.

En cambio, el otro, Nicolás, ni siquiera me respondió cuando le dije hasta luego, así son los hombres, pasan reclamando que las mujeres no les prestamos la atención necesaria y son ellos, los que se ganan el trato. Benditas seamos las mujeres, porque nunca se dirá que nosotras reclamamos lo que no merecemos por derecho. Así se ha escrito, que así sea.

Dice Mateo que yo debería hacer el esfuerzo de tratarlo bien para que me deposite de primero el aguinaldo este otro mes. Pero eso me lo he ganado con el trato amable que le he dado durante todo este año, ninguna mujer lo ha tratado nunca como yo lo trato, de eso estoy segura.

Tuve la confianza suficiente de que el día que coincide con la fecha en que nací iba a pasar desapercibida, pero ¡ah no!… a Paolo no se le olvidó… gracias.

Postdata: debo recordar recomendarle alguna medicina a Enrique, el pobre lleva quince días con tos y a estas alturas, su tos parece sacada de un libro de Stephen King. También empiezo a temer por su salud mental, debido a que hay unos cables eléctricos que necesitan atención, por lo que el campo en que se sienta Enrique va a ser puesto en cuarentena hasta nuevo aviso, que Dios lo socorra. Ahora sí, esta princesa se va a dormir.
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