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Perfiles Psicológicos (La fiesta navideña de la empresa)
Publicado por Robsalz en el blog El blog de Robsalz. Vistas: 92
Génesis 18, 23-26.
Abraham se le acercó y dijo: —¿Destruirás tanto al justo como al malvado? Supongamos que encuentras cincuenta personas justas en la ciudad, ¿aun así la destruirás y no la perdonarás por amor a los justos? Seguro que tú no harías semejante cosa: destruir al justo junto con el malvado. ¡Pues estarías tratando al justo y al malvado exactamente de la misma manera! ¡Sin duda, tú no harías eso! ¿Acaso el Juez de toda la tierra no haría lo que es correcto? Y el Señor contestó: —Si encuentro cincuenta personas justas en Sodoma, perdonaré a toda la ciudad por amor de ellos.
Llegué al lugar cuando el reloj marcaba las cinco y dieciséis minutos de la tarde, sí, lo sé, el evento comenzaba a las cuatro y treinta, pero cuándo se ha visto que una mujer llegue puntual a un sitio. Nosotras tenemos que embellecernos, hay que alinearse las cejas, tenía que colocarme las pestañas que compré, dudé entre dos pares de botas, verificar si la enagua quedaba muy corta o muy larga, que el maquillaje se viera natural, que el brasier no me tallara demasiado los pechos, que mi trasero resaltara, en fin… los hombres solamente se pasan la mano por el cabello y se cambian de ropa, eso lo hago yo en tres minutos, jamás entenderían lo que las mujeres tenemos que sacrificar para vernos como reinas.
Vinicio, Nicolás y Sandra llegaron a las tres y media, me imagino que llegaron a abrir, Nicolás iba con el atuendo más atrevido de los tres, Vinicio iba recatado, de acuerdo con su nueva forma de vida que no incluye licor y en este punto voy a defenderlo porque, aunque lo vi con un trago en la mano, debo confesar que no conté más licor entre sus dedos, lo que me alegra porque veo que es hombre de palabra. Sandra vestía de negro, pero creo que a ella sí le dieron más fuerte los tragos.
No más entrar estaba Paolo recibiendo a la gente del equipo con una foto sobre cartón de Romeo, debo confesar que la fotografía le favoreció mucho, lo vi incluso más joven, no, es joda, me alegra ver que Paolo anduvo con Romeo toda la noche, no lo abandonó ni cinco minutos y eso es de amigos. Acto seguido me topé con Donato que tenía unas mesas apartadas para la muchachada, dejé mi bolso y me puse a caminar, a los dos minutos venían Mateo y Evangeline con un trago en la mano y con ellos venían Nicolás, Sandra, Tadeo y Vinicio.
Quise ir a que me hicieran una caricatura, sé que no soy Lady Gaga, pero es bonito que la dibujen a uno y además tampoco iban a retratarme como Jack lo hizo con Rose, aunque también confieso que hubo un chico con botines blancos que, si me hubiera pedido ir al purgatorio con él, yo hubiera ido hasta el Infierno… ¡qué bárbaro!, mientras hacía fila para el retrato los chicos me llamaron para que nos tomáramos algunas fotografías con sombreros divertidos, le pedí al señor que seguía tras de mí que me guardara el campo y fui con ellos. Parecíamos un grupo de locos dentro de un manicomio, cambiando de poses y riendo a más no poder, ¡los amo! Volví a mi lugar en la fila y Nicolás y Mateo siguieron mis pasos, aunque no miré ninguno de sus retratos, cierto, sí vi el retrato de Mateo, muy acorde con él, el mío lo tengo bien guardado, espero que dure hasta mi vejez.
Luego fuimos cerca del escenario principal, llovía la música reggaetón y aquí salió Sodoma. Con unos tragos dentro y otros en la mano, entre Vinicio y Nicolás hicieron un sándwich con Sandra en medio, luego Nicolás le pasó el trasero a Sandra y luego hicieron movimientos varios entre él y Vinicio, Tadeo estaba haciendo ronda junto con Evangeline, pero esta estaba más preocupada por ver las escenas casi porno que por bailar, Tadeo en cambio dio rienda suelta a su yo fiestero y con un trago en la mano se puso a bailar lo más sensual que pudo, no desmeritó el show que sucedía frente a mis inocentes ojos. De pronto giré a mi derecha, Donato estaba bailando sobre una pierna, había llegado cerca y también se unió al baile.
Luego llegó Regina, y entonces volvimos a fotografiarnos, para quedar en una bella escena grupal, para el recuerdo.
- Yo no ocupo guaro para verme guapa – fue la respuesta de Regina cuando alguien le sugirió un primer trago para ensalzar su hermosura.
Caminó un rato con nosotros y luego fue a saludar al resto de compañeros que se encontraban en medio de las lujurias musicales de aquel lugar.
- Evangeline, hoy todo puede pasar.
- ¿Todo? – fue la respuesta de Evangeline a Mateo que ya comenzaba a sucumbir ante los efectos del alcohol y aquellos tragos que disimulaba con efímeros gramos de gaseosa.
Anduvimos de aquí a allá, unos pasos andábamos pocos, otros en cambio, sumábamos más gente, llegó Enrique, pero él es un ser de luz y así se comportó en la fiesta (no sé por qué mi subconsciente suelta una risa), bueno, tampoco es que fuera un ángel, !Enrique, por Dios!
- Es un travesti – me dijo Tadeo de manera callada sobre aquel vestuario que llevaba Evangeline, pero esta, en cambio se sentía cómoda y esa era la idea, “vayan como se sientan guapos” había dicho Donato días antes en la oficina y Evangeline se sentía guapa así, no había nada que discutirle.
- Este hijueputa trago está fuerte – no sé cuántos llevaba Mateo dentro, pero la manera en que movía sus caderas delata que a ese momento debía llevar al menos dos… bueno, tal vez no es mucho, pero considerando que en años anteriores Mateo se emborrachó a punta de café, todo es entendible.
- Doc, mueva las caderas – me gritaban, pero el baile y yo no somos compatibles.
- Solamente bailo salsa y merengue.
- ¿En serio? – y entonces moví una o dos veces el cuerpo, nada sexy.
Allí estuvimos un buen rato y cuando por fin me dio hambre, me fui con Evangeline, Mateo y Tadeo a buscar comida, el resto quedaron demostrando sus dotes de baile. Hubo nachos, hamburguesa, hot dog, galleta suiza, churros, granizados (no los probé, regalé mi tiquete). La comida salía a distintas horas, por ejemplo, los nachos y las papas empezaron a darlos hasta las diez de la noche, pero de eso hablaré luego. Amalia estaba allá, tranquilamente sentada en una de las mesas, acompañada por dos compañeros, comiendo relajada, la oficina estaba repartida en varios grupos.
Fuimos a probar los hot dogs, creo que el pan estaba un poco maltrecho, no tan fresco como yo hubiera querido, pero estaba grande, bien surtido “como debe ser” diría Sandra.
- Este hot dog se me está deshaciendo – Evangeline estaba peleando con aquella comida.
- Es que usted tiene la salchicha suave – le dije.
- Así no le gusta a Sandra – replicó Mateo.
- ¡Gente! ¡por Dios! – gritó Tadeo – estamos comiendo - pero con el volumen que tenía la música, era complicado escucharlo – doc, esta salchicha es mucho para mí, le comparto mi salchicha.
- ¡Cómo!
- Sí, tenga – entonces Tadeo compartió la mitad de su salchicha conmigo y debo decir que la salchicha de Tadeo tenía buen sabor.
Paolo seguía bailando con la fotografía de Romeo, de manera ceremonial y festiva, la imagen de Romeo recorrió toda aquella finca sin que le faltara un centímetro por cubrir. Siempre me burlo de que los chicos de la esquina tienen las vejigas cronometradas, pero esta noche su espíritu nos poseyó y al mismo tiempo, Evangeline, Tadeo y yo sincronizamos las nuestras luego de la primera tanda de comidas.
Entonces Amalia se sumó a nosotros, conversamos, tomó varios refrescos, a ella la defiendo, porque Amalia no ingirió una gota de licor, se sabe mucha mujer para eso. El grupo quedó dividido, la juventud se fue a bailar música urbana y el resto nos fuimos a escuchar a una banda de rock que se apropió de varios covers con total autoridad. Sonaron bandas como Guns N’ Roses, AC/DC, Enanitos Verdes, Héroes del Silencio. Cuando comenzó a sonar “Basket Cage” de Green Day, las melenas de Evangeline, Leandro, Enrique (que hasta el momento había pasado desapercibido) y Alfonso comenzaron a salirse de lugar, aquellas almas se entregaron por completo a los demonios del rock and roll y sus cabezas giraron trescientos sesenta grados con cada acorde musical. Alfonso estaba estremecido, Leandro pidió alguna canción de Rage Against The Machine y cuando lo vi, tiró al piso su bolso y varias cosas que llevaba encima para que su cuerpo fuera aun más ligero. En eso apareció Amalia simulando que tocaba la guitarra, se paró sobre un poco de barro y agitó sus manos justo cuando Sandra y Vinicio se sumaban a rockear.
- ¿Por qué se va tan atrás, tan sola? – me dijo el espíritu de Sandra.
- Es para apreciar mejor algunos detalles.
- Mmm… - Sandra miró frente a mí y entendió aquellos detalles que yo quería apreciar.
Ahí estuvimos saltando, coreando, moviendo las piernas, las manos, gritando a más no poder. Cuando terminó el tiempo de la banda se anunciaron las rifas, iban acomodadas por compañía y la nuestra era la última.
- Hoy me voy con premio – me dijo Amalia eufórica.
- Yo no tengo expectativas.
- Hay que ser positiva.
El animador empezó su trabajo, en aquella ruleta no se distinguía ningún nombre.
- No se distinguen los nombres en esa ruleta – me dijo Catalina, una de las chicas de la oficina que estaba junto a mí y que creo, da la casualidad de ser cuñada de Donato y quien también había estado presente en los bailes calientes al inicio de la fiesta.
- Esto es como ganar la lotería – le contesté.
Pero entonces comenzó el desfile de Finance. Dos compañeros ganaron premios de cien dólores en efectivo cada uno, luego dijeron el nombre de Amalia, los que estábamos ahí explotamos en aplausos, ganaba ciento cincuenta dólares. Amalia fue, recibió el certificado y luego comenzó a tocar mi pecho y espalda.
- Es para darle suerte, hoy usted se va con premio – e hizo lo mismo con Evangeline y Sandra.
Subieron los premios a doscientos dólares y entonces apareció un nombre en la pantalla “Bianca Luengo Baeza”, no lo creí, había funcionado el ritual manual de Amalia, me abrí paso en medio de Tadeo, Vinicio y Donato, recibí el certificado y cuando volví a mi lugar, llegó Paolo.
- ¡Se lo dije, se lo dije! – me gritaba a la cara – le dije que usted iba a pegar algo hoy.
- Y yo no iba a venir – le grité a menos de veinte centímetros de su cara.
- Se lo dije – y con sus dedos señaló sus ojos y luego los míos – tenía que venir – yo me reí, Paolo llevaba quince días convenciéndome de asistir a la fiesta.
- Le dije que viniera, usted sabe lo que es que la llamen y usted no hubiera venido – me dijo Donato cuando Paolo dio media vuelta.
- Y todavía hoy en la mañana dudé en venir – fue mi respuesta.
Aún quedaban por salir favorecidos, Sandra con un premio de trescientos dólares y otro par de chicos que fueron también vitoreados por todos los que asistimos de la oficina.
Cuando las rifas terminaron, me marché con Tadeo y Amalia a buscar algo de comida, era poco más de las nueve de la noche.
- Hoy hubo alguien más con premio – nos dijo Amalia - ¿usted lo vio?
- No, ¿a quién?
- No puedo decirlo, pero alguien se fue con un buen premio, porque en río revuelto hay ganancia de pescadores, se fue con un beso.
- Yo sí lo vi – confirmó Tadeo.
Estábamos los tres ahí, sentados tranquilamente a la luz de la Luna, hablando como personas civilizadas, hasta que a Tadeo lo atacó el hambre.
- ¿Todavía no hay nachos?.
- Dicen que dentro de veinte minutos.
- Hijueputas más lerdos, yo tengo hambre.
Amalia se disculpó, tenía un pendiente que hacer y yo quedé sola con Tadeo, hablamos de muchas cosas, cosas de familia, de gente, cuando Tadeo se enamore, ojalá que sea de una mujer que valga la pena, como la que él se merece. Yo me levanté, aún no estaban los nachos, traje dos gaseosas, una para mí y otra para él.
- ¿Me trajo gaseosa?
- Sí, para que le eche algo al estómago mientras sale la comida.
- Gracias, pero yo no tomo gaseosas.
- ¿Cómo? ¿por qué?
- Yo se lo había dicho ya, me hace daño.
Cerca de quince minutos después nos percatamos de que Amalia no había vuelto, nos había dejado solos.
- Amalia no volvió.
- No – le dije – debe estar entretenida con algo – entonces fui a buscar la comida, pedí dos platos y llevé a la mesa un plato para mí y otro para Tadeo.
Todavía quedaba por canjear el tiquete de las papas fritas y poco después de terminar los nachos, fuimos a hacer fila. Cuando llegó mi turno, yo tenía cinco tiquetes en la mano, el de Donato, el de Amalia, el de Tadeo, otro que ahorita no recuerdo y el mío propio.
- No puedo darle las cinco de una vez, puedo darle dos y luego las otras.
- ¿En serio?
- Bueno – aquel hombre miró a sus compañeros y luego siguió – a no ser que las cinco personas estén aquí.
- Lo están – me apuré a decirle – y entonces como acto de magia fueron apareciendo uno a uno a retirar sus órdenes. Tadeo y yo las pedimos para llevar, ninguno de los dos tenía campo en el estómago para algo más.
- Ocupo ir al baño – me dijo cuando guardó las papas.
- Creo que yo también.
Al salir ambos, Amalia estaba cerca y siguió con nosotros sin separarse.
- Me dicen la Pitonisa – me dijo Paolo cuando lo topamos cerca de la entrada y soltó una risa.
Nosotros seguimos y así llegamos frente a la tarima principal donde había bastante gente bailando y encontramos una mesa con cuatro sillas disponibles. El muchacho que animaba ofreció una botella de licor a quienes bailaran.
- Eso es pura mierda – dijo Tadeo.
- Sí – le secundó Amalia – nosotros fuimos antes a perrear y no nos dieron nada.
- No, no nos dieron nada, es pura hablada.
- ¿Ustedes fueron dónde?
- Ahí – me señaló Amalia – a la tarima principal a bailar.
Yo me froté la frente con ambas manos imaginando la escena del perreo intenso al que debieron someterse aquellas dos almas, de Amalia espero muchas cosas, de Tadeo no.
- Hay que ir a entregar esto antes de que se llene de gente – Tadeo se refería al brazalete que nos dieron en la entrada y que debíamos entregar para que nos devolvieran los documentos de identidad.
En la entrada estaba Leandro, venía con un paquete de nueve cervezas en la mano.
- Es que fui por una, pero como ya esto va terminando, me dijeron que si quería traerme el paquete y me lo traje.
Yo me despedí de quienes quedaban en el lugar, el reloj marcaba poco más de las once de la noche, venía con muchas sonrisas en el alma, con doscientos dólares de premio, y con muchos pensamientos (no todos cristianos, hay que aclarar). Salí de aquel sitio preocupada sobre cómo harían Mateo y Evangeline para llegar a sus casas. Principalmente Evangeline que era chofer, pero luego supe por un mensaje que puso en el grupo de trabajo, que llegó sin ningún contratiempo. A una de nuestras compañeras la sacaron en hombros, la fiesta había sido demasiado para su frágil cuerpo, había caído contra una de las mesas y no fue capaz de levantarse por sus propios medios. Donato llevó a Tadeo a su casa, no quiso enviarlo con Evangeline, le dio miedo. Amalia miró su teléfono, la separaban veinte minutos de ahí a su casa.
- Voy a quedarme un poco más, hasta que termine.
De buena fuente supe que la fiesta concluía a medianoche, yo llegué a mi casa cerca de las doce y veinte, guardé unas cervezas que llevaba, me cambié la blusa, estuve por ponerme pijama, pero siendo como es, que duermo sola, me fui a acostar sin pijama, por debajo de la cintura solo llevaba una tanga negra, dejé el teléfono en la cocina y no me di cuenta de nada más hasta que me desperté casi a las ocho de la mañana con la tranquilidad de que apenas es domingo y los espíritus de las navidades pasadas, presentes y futuras no se asoman aún por aquí.
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