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Perfiles Psicológicos (La posición del niño y otras perversiones)

Publicado por Robsalz en el blog El blog de Robsalz. Vistas: 117

“The music sounds low,
the heart bleeds rhythm under the skin,
I cry tears of joy”

Un viejo haiku que me regalara un ex durante mis años de secundaria, cuando el amor era un estilo de vida y los besos dejaban azúcar en los labios. Pero ahora, estaba recostada al colchón, viernes por la noche, con pijama, las pantuflas al lado izquierdo de la cama, con una cerveza extranjera en la mesita de noche, a medio beber, dos colillas de cigarrillo regadas por el piso y de fondo “Pornocracia” de Mon Laferte. Tenía un tumulto de papeles enredados en la almohada. Nosotros mismos cometemos los pecados que nos atan. Mis chicos también, ninguno de ellos se atrevió a liberarse de la opinión de los demás. Todos aceptaron aquel juego estúpido que les propuse de las tres palabras. Si al menos uno, sólo uno de ellos no lo hubiera aceptado, pudieron haber dicho lo que yo quería escuchar “no, doc, ninguna de esas palabras me define, nadie puede definirme ni relacionarme con ninguna palabra”, pero no, todos lo aceptaron, algunos incluso escogieron una de las palabras con convicción, sin pensar, como hacemos tantas cosas, sin detenernos a razonar que somos lo que construimos, no lo que los otros piensan sobre nosotros.

- ¿Se me notó mucho? - nos dijo Paolo a Evangeline y a mí, mientras calentaba el almuerzo en el microondas. Después de recordarle un pasaje de la reunión, puso la cara con aspecto frío y nos pidió que olvidáramos aquel episodio. Eso nunca había sucedido, era un bug en el espacio tiempo.

Los problemas habían llamado a Romeo luego del almuerzo, la batería de su carro había dejado de funcionar y ocupaba de esa inteligencia que sólo las mujeres aplicamos en la vida, porque los hombres tendrán muchos mitos sobre su fuerza, pero Dios les puso el cerebro a las mujeres, por eso aprendemos de nuestros errores, a diferencia de ellos. La solución llegó luego de una junta improvisada en el centro de la oficina: revisarla y de ser necesario, comprar una nueva. Luego hicieron comitiva hacia el vehículo, a inspeccionar al enfermo.

Hoy me tomo dos tragos de agua ardiente en honor a Colombia. Mañana en la noche parten Vinicio y Sandra a Cartagena y esperaré los noticieros, para saber las desgracias que sufrirá esa hermosa nación durante estos días.

- Le conseguí marido a Sandra en Cartagena – me dijo Vinicio, sin saber que Sandra no va por marido, con que le den en la luna de miel, es más que suficiente.

Isabel volvía de comprar el desayuno, antes ya había hecho la ronda habitual por la oficina, para apuntar a aquellos que ocupaban realizar el pedido.

- Iba a invitarlo al desayuno, pero como usted se pone a jugar de exquisito – le dijo a Vinicio, este respondió con una risa, su mente está en las discotecas, playas y barrios bajos (si es que existen) de la tierra sudamericana.

¿Qué pasa cuando nos enamoramos? Me diré lo que sucede, sucumbimos ante una bajeza, ante una enfermedad mental, eso es el amor, una enfermedad, una locura que le hace creer a algunos que ocupan de alguien más para ser ellos, para que otra persona cure sus trastornos mentales. Si el amor sirviera de algo útil, los sacerdotes tendrían permitido enamorarse, pero no lo tienen, porque el amor es una enfermedad, ni siquiera a Cristo se le permitió enamorarse… luego analizaré eso, porque a mí no me importaría que se hubiera enamorado, o ¿acaso Dios lo habría dejado de considerar su hijo amado si se hubiera casado?...

Fabián se había sentado junto a Vinicio y Sandra, con la excusa de tomar unas notas que necesitaba, ¿cuántos chismes se habrá perdido estas semanas que se sentó lejos?, de seguro ocuparía buen rato, si no para ponerse al día, al menos para actualizarse un poco. Hoy, después de semanas volvía a ir al baño a la misma hora de ellos, ocupaba volver a llenarse de información, colocar la lengua en ese estado frenético que causa satisfacción por ponerla a trabajar.

- A mí me inscribieron en yoga – dijo Sandra, sobre las actividades del Employee Day.

- Sandra – le comenté serenamente – y ¿usted se imagina que la pongan a hacer un Split?

- A ella la posición que le gusta es la del niño – se apresuró a comentar Isabel.

- ¿Cuál es esa? – preguntó Vinicio de manera inocente.

- Con el biberón en la boca – contestó Isabel y soltó la risa, tanta, que casi bota el agua que estaba tomando. Sandra ni se sonrojó, ella era máster en mantener calientes los biberones.

Hicieron un juego de bingo en la oficina y Romeo y yo arrasamos como Argentina en la pasada Copa del Mundo, nos vitorearon, nos abuchearon y salimos ganadores. Vinicio también obtuvo un premio, e Isabel tuvo la difícil tarea de guiar a Fabián, titánica misión. Luego Isabel le escupió en la cara, principios de moralidad a Vinicio.

- Vinicio, ¿va a compartir de su premio?

- ¿Por qué lo compartiría? – respondió Vinicio con la seriedad en el rostro.

- Porque la gente con moral comparte… bueno… pero aclaro… ¡la gente con moral!

Vinicio tragó duro y luego de matarla con la mirada, siguió conversando con Sandra. Estos juegos sacan a relucir los sentimientos de competencia, las crisis emocionales, los sudores, los deseos de criminalidad… en fin, ¡son un éxito!

Isabel la luchó, la peleó, como dirían en el barrio ¡la pellejeó papi!!, hasta que se le hizo y Vinicio venció a su moralidad y le compartió de su quequito a Isabel, quien lo saboreó. Había sido una letanía la manera de rogar de Isabel, porque quería probar el quequito de Vinicio, quería quitarse el antojo de eso que Vinicio se negaba a convidar, hasta que este, vencido por las fuerzas, lo compartió y como si Isabel no fuera suficiente comensal, nos invitó a Sandra, Evangeline, Fabián y a mí al festín (el quequito de Vinicio había caído dignamente en una orgía).

- No sabía que mi quequito daba para tantos – dijo Vinicio.

Todos desconocemos nuestras fronteras, hasta que la moralidad, ya no es un límite.
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