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Perfiles Psicológicos (Oídos color celibato)
Publicado por Robsalz en el blog El blog de Robsalz. Vistas: 151
Regina llegó a la oficina, subió por aquellas escaleras a través de los cuatro niveles, finalmente llegó exhausta, con las piernas que le flaqueaban por el caminar, y obvio, con el vaso de café en su mano derecha, saludó con las fuerzas que le quedaban y cayó recostada a la pared, en pose traumática.
Alfonso había vuelto a sentarse con nosotras, la luz la llamaba a sentarse allí, donde el brillo de la sanidad era más incandescente, sin embargo, le duró cerca de cinco minutos el encuentro, porque cuando nos dimos cuenta, había partido a otro sector de la oficina.
- Cuente, porque comienza mi parte favorita – dijo riendo Vinicio cuando Sandra indicó que iba a contar sus amoríos del fin de semana, Nicolás limpió sus lentes, recostó su barbilla a su mano izquierda y ambos escucharon aquel relato cargado de doble sentido y verdades que no eran aptas para edades tempranas de la vida.
Uuuu… corearon al mismo tiempo Vinicio y Nicolás conforme la historia se adentraba cada vez más en detalles íntimos y metafóricos.
Tanto trabajo que me costó decidir la ropa que iba a llevar a la oficina porque la mayoría de las veces llego con jeans, para que al final Amalia fuera con el mismo color de pantalón y tras de todo, de zapatos, no sé si ella lo notó, yo sí, pero no dije nada, me hice la que el asunto no era conmigo, por aquello de mantener algo de discreción.
- Es que con usted es un enredo – me dijo el jefe cuando le comenté sobre un correo. Y tenía razón – yo no conozco a ninguna Martina – pero no era culpa mía que al ingresar a laborar crearan mi correo empleando mi segundo nombre, aquel que nunca utilizaba salvo contadas ocasiones.
La esquina seguía de fiesta, a Sandra la habían surtido el fin de semana como a un supermercado antes de la inauguración.
- ¿Usted no lo haría? – preguntó Vinicio con cara de malicia.
- También hay niveles – contestó Sandra.
- Yo no podría – agregó Nicolás.
- Porque no se mete cosas buenas a la boca – y con eso dejaba claro Sandra, que la experiencia lo es todo en la vida.
Isabel quiso taparse los oídos, pero era demasiado tarde, si conservaba algo de inocencia, se había escapado a aquel bosque de la China donde la chinita se perdió. Evangeline, Isabel, Amalia, Romeo, había varios por los que yo pondría la mano al fuego para defender la pureza de sus almas, en contrario había otros casos destinados a la horca en tiempos de siglos pasados, no por brujería sino por exceso de cargos libidinosos, tantos, que cualquier escrito del Marqués de Sade podría compararse con una lectura escolar.
Paolo y Alfonso llegaron tarde a almorzar, pero alcanzaron a tomar dos lugares, Paolo en uno de los laterales y Alfonso en la cabecera de la mesa. Entonces Alfonso bromeó con su asiento, posiblemente por la falta de costumbre de tomar el asiento principal, quizás con deseo de afrontar la semana con buenas maneras.
Sandra y Vinicio lo habían logrado, oficialmente eran familia además de amigos. Ahora Sandra era la suegra de Vinicio, ambos utilizarían pasta dental de la misma marca. Dios los crea y ellos por algún motivo buscan compenetrarse más de lo que debería ser conveniente.
Entonces, dos seres iluminados aparecieron dibujados en una esquina de la oficina, eran Santa Mia Khalifa y Santa Gloria Trevi, en mi visión tuve un flashazo de sinceridad y me dirigí a Vinicio:
- Vinicio – giró su silla para verme – usted es un chico al que yo como mujer, lo pensaría para presentárselo a mis padres – y se generó una reacción en cadena. Nicolás, Sandra, Evangeline e Isabel rieron al unísono y Vinicio quedó con la boca abierta sin poder pronunciar palabra alguna.
Paolo, Enrique, Isabel, Vinicio y una servidora. Los ganadores de la actividad de esta semana, adivinar palabras en clave Morse, eso sí, hay que aclarar que el triunfo fue bien trabajado, porque Paolo tenía experiencia en Clave Morse, pero no lo recordaba, lo mismo Enrique, por lo que hicimos un par de pifias antes de agarrar el ritmo. Yo por mi parte, en mi vida había escuchado las letras en clave Morse, pero valió la pena, fuimos el Real Madrid en la actividad, un equipazo plagado de mega estrellas… bueno… tampoco así, pero ganamos, al menos lo logramos.
Ese día lo cerramos con un almuerzo entre hamburguesas, papas fritas, aros de cebolla y refrescos gaseosos de varios sabores, almorzando como equipo, Isabel a mi lado, Paolo y Enrique enfrente y en cambio, Vinicio prefirió ir a almorzar con Sandra, no soportó que Isabel le dijera que ella no era parte del equipo en un principio.
- Ah no, pero es que eso se administra por una vía diferente – contestó Isabel muerta de risa cuando Donato y Paolo indicaban la manera de darle colágeno al cuerpo.
- Sí – sostuvo Donato ocultando su risa entre las manos – se administra de una manera más placentera.
Y Paolo se sonrojó, no podía con la comida y con la idea del colágeno del que hablaban, era mucha mezcla para sus jóvenes oídos.
A Sandra la cubrió el luto, estaba acostumbrada a que la cubrieran otras cosas, pero esta vez por negligencia médica murió uno de sus incontables amores de la vida, el hombre con quien deseaba compartir momentos de arrebato psicológico y pasional. En un hospital de Medellín, alejado de los reflectores de Sandra dio su último adiós. Por dicha para el mundo, las personas como Sandra esconden tan bien su dolor que cuando un pan se acaba, siempre hay una panadería abierta dispuesta a proveer.
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