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Perfiles Psicológicos (Tangas y maní)
Publicado por Robsalz en el blog El blog de Robsalz. Vistas: 91
- Se lo voy a decir en frente de Regina – y esta se detuvo junto al escritorio donde se hallaba Tadeo.
- Dime.
- Hay tres maníes colocados en la fuente de snacks, si no toma uno es por lerda.
- ¡Tres! – me reiteró Regina.
- Pensé que uno de los chicos de la oficina del fondo había preguntado por mí.
- ¡Qué lindo! – aplaudió Tadeo – comenzamos una conversación sobre snacks y la termina sobre hombres.
- Los maníes le trajeron recuerdos de los hombres – opinó Regina.
En lo que va del año es la segunda vez que vengo un jueves a la oficina, la vez anterior fue hace poco más de un mes, en Halloween. Por mi presencia un jueves me consultaron Mateo, Tadeo y los chicos de limpieza cuando fui a lavar los platos del desayuno.
- Es que esta isla de escritorios siempre está vacía los jueves, si no recuerdo mal – Mateo no estaba seguro de que yo viniera los jueves, así que lo dudó cuando le comenté que yo frecuentaba la oficina ese día de la semana.
Enrique estaba en la esquina bien acompañado junto al cuerpo femenino mejor tonificado de la oficina, hay que decir la verdad de vez en cuando.
En ocasiones la cordura invade la mente de aquellos que parecen destinados a nunca encontrarla y por algún motivo eso sucedió ayer con Vinicio cuando Nicolás le hizo aquel comentario que parecía sacado de alguna película cómica, pero que Nicolás había formulado con completa autenticidad y realismo. No sé por qué se me vino a la cabeza este episodio, voy a considerarlo en los apuntes del jueves, a pesar de saber que sucedió el miércoles, pero aprovecho antes de que se me olvide.
- ¿Y si hacemos un intercambio de tangas? – la cara de Vinicio fue de absoluta incredulidad en el momento en que escuchó aquella pregunta.
- ¿Cómo? ¿con quién?
- Con las muchachas – Nicolás parecía encantado con la idea que se le acababa de ocurrir – para Navidad.
El alter ego de Vinicio apareció por un breve espacio, por unos minutos el Vinicio fiestero le cedió su campo a la versión de él que conocía sus límites, a la versión sensata. Me pregunto qué dirían Amalia e Isabel, dos mujeres que son tan serias, qué dirían si escucharan aquellos descarrilamientos de la juventud que se hacían presentes en la figura de Nicolás. ¡Un intercambio de tangas! Eso era lo último que el mundo necesitaba, con esa propuesta se demostraba que necesitábamos la segunda venida de Jesucristo.
Aquel jueves me vio ser bendita entre los hombres al momento del almuerzo. Sentados a la mesa estaban Paolo, Mateo y Tadeo, charlamos sobre la fiesta de Navidad que se realizaría la siguiente semana en Santo Domingo de Heredia, los horarios, conciertos, Mateo buscó música salsa para almorzar con buen ambiente y Paolo rememoró sus años de adolescente en su querida Venezuela, recordando las fiestas a las que asistía bailando con la música de Los Amigos Invisibles, banda que hasta ese momento Mateo creyó que solo yo conocía en la oficina y Paolo terminó contando luego cómo una de sus amigas se había casado con uno de los miembros de Salserín. En vista de que Evangeline no asiste a la oficina los jueves, desayuné sola y a la hora del almuerzo comencé una partida de videojuegos en solitario, hasta que Tadeo entró a la sala y tomó uno de los controles, entonces jugamos hasta completar la hora de descanso tratando de no hacer ruido, porque Regina tomaba una siesta justo a la par nuestra, envuelta en una sábana. Después del almuerzo, Paolo anduvo la oficina por todas las esquinas, llevaba a la mano una lista con los nombres de los empleados, un lapicero azul y una buena cantidad de sobres blancos sellados con cinta. Cada sobre llevaba el nombre de un empleado y dentro de él estaba la entrada para la fiesta, con los vales intercambiables por bebidas y alimentos.
Ahora me tocará buscar un vestido bonito, porque no quiero que digan que la psicóloga lleva los problemas mentales en su vestimenta.
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