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Poema
Publicado por Jorge Lemoine y Bosshardt en el blog Mundo poético de Jorge Lemoine y Bosshardt © Todos los Derechos Reservados. Vistas: 245
De habernos descalzado ya tantos rumbos, de haber inexistido ya tantas historias, te busco como teniendo derecho de anular sistemas, como perdiendo la razón de las cosas habituales, como retomando un tiempo que regalé o presté, o ganándolo con una vigencia que antes no pude. (Y aceptamos. La consigna de redimir cadenas con cadenas. Acosa. Todo nos algo. La marea obligatoria. Irrumpe. Tropel. Ahora que nosotros. Altura baja, profunda. Como saciar la expectativa.)
Vas enumerando, nombrando tus ojos como los cementerios, porque todo es testimonio, como un camino que es pies sobre la tierra cerrada, y creces tu espalda rostro a rostro. A veces, porque todo a veces, en tu soledad de túnel irrumpe un sol que equivocó su altura en una lámpara. Entonces, qué más da morir, si es cerrarse una vez siempre, quedar sonando por dentro el último instante, como persiste el mar en los caracoles ciegos. Pero todo lo eliges, nada es aceptado, y si no puedes sacudirte la nuca obligatoria, la redención será un vientre por un hijo, que la espalda se nos viene por la frente.
La consigna es cambiarnos la consigna. Ya es hora de cambiarnos la consigna. Todo brota sobre las raíces. Toda flor es una raíz que canta.
No somos como parecemos, porque parecemos a los sentidos, que son el parecer de los que nos ven, que tampoco son como parecen. Mi silencio es un largo lenguaje de sombra para que ordenes la sombra que hacen las palabras con la sombra de cada cosa, para que detengas el tiempo por afuera sin detenerte el tiempo por adentro. Todo irrumpe suavemente. El silencio es el himno de sonar a uno mismo. Entonces te asomas a ti mismo. Un paisaje infinito. Como enfrentar dos espejos. La eternidad que eres, el tiempo que llevas. El ojo íntimo a la orilla del tiempo puede verlo todo. Como detenerse en la imagen instantánea y descubrir en horas de contemplación presencias alrededor de la vez que no se advierten. Todo necesita dos instantes para ser. Si somos en la pobreza de sólo testimonios y en uno advertimos, en otro reconocemos. Por eso, tiempo adentro de los ojos, sitio afuera de las cosas, existimos infinitamente la eternidad y el sitio absoluto que no nos liberamos, siempre contenidos en lo manifiesto.
JORGE LEMOINE Y BOSSHARDT
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