Poema

Hay hombres raspados por el vino
con la mirada agria
y ya la sangre doble.
Son hombres que se buscan
los ojos
en la fantasía madrugada
que se abren los caminos del
delirio con el alcohol definitivo
que los vive.
Esos hombres que rescinden la
valentía de saberse, de
tener los ojos en quicio de raíz
y abiertos, se
cierran en el sueño finalmente
como una ciudad sin puertas
que tienen las defensas suficientes
y la verdad los merodea por los
ojos donde el alma no se aposta
sobre el mundo
que ya no puede trasponer cerrojos
Y ya se ignoran tantos siglos
de eludir espejos
por tanto ser más verdad por lo
soñado
haberse suprimido
por afuera
como una ceguera repartida
cinco veces
del que sólo existe por adentro
suprimido tanto como se cree.


JORGE LEMOINE Y BOSSHARDT