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Compañera, querida compañera, no sabe
cuánto me cuesta veces sobrellevar
este silencio que sé que a usted tam-
bién le ha de extrañar. Ahora
quiero asumir la franqueza que
omití este corto, larguísimo tiempo.
siempre rodeo una idea apenas
comprensible, una casi sensación
de que hoy nunca es del todo trascenden-
te, dado mañana. y he llegado a la
angustiante conclusión de esos días
que no reservan mañana, de esas
cosas impostergables, de esa necesidad
de retroceder el lento, cotidiano, irreme-
dible (?) suicidio de no reconocer la
evidencia, de no asumir la realidad.
Siempre, desde el no obstante encarnar
una triste realidad de ni.
Ahora estoy al margen de mí mismo
tanteando por mi tal vez afuera como
creyendo al fin, que tal vez existo de
verdad
Diariamente compañera se encarnan
los días, la gente, las cosas, y somos
de ellas, nos son.
Aquí, un impulso de inexorable franqueza
desde este remotísimo exilio que no sé desde
qué puerta cerrada remonto como buscando
la entrada del laberinto que hace
siglos olvidé; desde yo, esta horrible
piltrafa que ejercita el orgullo y la vanidad,
de este incansable sitio que inventa la
hipocresía, la cotidiana manera hacia
la gente, el lenguaje innumerable de
todos que nos topamos la frente con
fetiches que sólo cada uno profesa desde
aquí compañera acudido por la apenas
mutua existencia de la gente irremediable
gente y no yo, encuentro como en una
alucinación un rastro, un camino hacia
mí una puerta una vez que está
más atrás del infinito, entre el tiempo y el
día.
Me he dicho la egolatría me he enroscado
los ojos alrededor, me he visto la nuca
y los ojos y me miré mirarme como
existiendo en el rumbo de todo
los hacia, siempre, importante, yo.
He tramado el odio de amar por amarme y
aquí sólo me queda un derecho. acudir
a mi suicidio y alegar por existirme otro.
ahora usted está el asombro de mis
raíces. la ceguera de existirme loco. la
locura de ignorarme ciego. Pero aquí,
en verdad compañera, sin poder decirlo con
un segundo lenguaje necesario que no existe
sin la certeza de la reciprocidad pero en
verdad hemos ido a la idea con los mismos
símbolos se parecían también por adentro
nuestras palabras, y qué triste no poder ni
siquiera saberlo. qué triste apenas decirlo
Yo. pero mucho compañera. Yo por todas partes
y tantos. y aquí sentir la inteligencia
ese círculo de istmos de tiempo sucedido
de punto y de nunca infinito: Aquí
inteligir la inteligencia. Qué
pobreza de verdad y el raciocinio qué irreme-
diable atraso de historia. La verdad.
Todo. simultáneo. El sofocante pasillo
del cada de la vez, del suceso. del instante
de la cadena de la idea. apenas obstancia
de un ciego remediable en un punto de
veneno finalmente. muralla infinita
y una sola ¡existencia por fin! ventana.
y muro más allá. Postergar el ciego. Dios.
qué hombría más absurda mi pobreza de
tener de hormiguez, de loco. Qué locura.
inteligente. Desvarío de no ser infinito
cinco veces que cinco es infinito y más me
limita. inteligente.
¡Es cierto! ...palabras... ¿Y la verdad?...
verdad.
Un día los hombres convergerán de cabeza
sobre la idea. perderán la cabeza. y el
lenguaje habrá sido completado y Dios.
Perderán el ritmo y ya no contarán. Será
Eternidad que el tiempo no compone apenas un
instante para el siempre un punto para el
todo la verdad y la idea. Infinito número
uno. Aleph. Recta del punto sin etcétera.


JORGE LEMOINE Y BOSSHARDT
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