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No sabíamos contar, no existía
el tiempo y que estábamos allí,
penetrándonos las
manos como el
humo y el aire
como el viento y la
música desde siempre
que es nunca, desde nosotros, desde
el infinito; y me pusiste
cara con maneras con teléfonos
con cerrojos con avisos publicitarios
y televisores prendidos hacia silencios
de lejanísimos lenguajes.
y yo entendí que tu costado espera
cualquiera pero que te habían comido
el viento de los ojos y tenías sólo
una rama que espera un ave y
no un ave que intenta una rama
y me resigné a las palabras
a compararte porque ya no sabemos existir
las cosas en la medida de sí mismas
a ordenarte sobre los números y
las nomenclaturas y realizar cada
cosa con un símbolo como si todo fuera
en la medida de una razón o una capta-
ción. ascendí escaleras sin costados
perdí la cuenta de las nada que llevaba
sidas intenté participar de tus números y
me volqué un cero y no supe empezar
como si nunca y entonces un día.
y te fuiste fastidiada como una señora
que cree en Dios y reniega de los hombres,
entonces dije hombre escribí esto me
sentí inteligente entré en mi casa
que estaba llena de canciones beat
y tangos y todo eras yo transparente
como lo inasible y me bañé y
comí y reprendí a mi hermana
por atender al llamado telefónico
de un desconocido.
Luego dibujé un círculo pero no
pude olvidar dónde lo había empezado.


JORGE LEMOINE Y BOSSHARDT
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