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Poema
Publicado por Jorge Lemoine y Bosshardt en el blog Mundo poético de Jorge Lemoine y Bosshardt © Todos los Derechos Reservados. Vistas: 225
A ti porque guardaba el tú que nadie
era
porque te pareciste fácilmente a mi alma
solitaria
te doy mi soledad como una mano solidaria
para la soledad que acompañaba tu letal
espera
A ti que de mi espada eres la vaina
verdadera
y eres igual al eco de una cara imaginaria
que sin más somos nosotros sin las palabras
arbitrarias
porque tienes en tu como simplemente mi manera,
A ti que cruzas mi silencio a tientas
porque callas con las mismas sombras
de mis grutas
porque anterior a nuestras veces tu ruta era mi ruta
y porque todo es mutuo y yo siento lo que sientas
y porque eras lo que me faltaba para ser Nosotros
te doy mi costado que no es para los otros
A ti gracias compañera mía
porque entre fragor y olas fuiste amiga,
porque eres la entrega sacrificada de la miga
y le diste tu nombre a mi melancolía
Gracias por tu mano de candelabro al día
con laxitud de gaviota y valentía de espiga
y gracias por tu pecho bífido que liga
un palomar al laberinto que la savia guía
Gracias amiga, tú eras esa luna
de los cielos de mi silencio oscuro
con que amedallé las noches selladas
de los muros.
Gracias por tu mano mansa y tibia
como cuna
y por asestarle al candado de mi alma una ganzúa
Ahora todo es paz y riego imperceptible de garúa
A ti, de los ojos traslúcidos como uvas luminosas
del palomar de sangre y campanario al medio
a ti que arredras mi melancolía y tedio
y esgrimes tu bandera implacable a mis noches
silenciosas
A ti que has hecho callar silencios en mis cosas
a ti blandiendo antorchas y palabras en
asedio
a la sombra aguaridada que yo mismo no
remedio.
A ti que te devoras mi oscuridad y te la
empozas
A ti melancólica después de la batalla
a ti con un sepulcro que te cava
hasta algún templo
a ti que para el ruido de las flores callas
valiente e indomable silvestre ingenua y
niña
porque por ti ya el músculo, el nervio y la cabeza
templo
quiero decirte mi paz, como el ocaso
manso en la campiña
a ti abierta y mano como un puerto
a ti que tienes cuatro pasillos hasta el seno,
y dos oasis como cruz de médanos que almeno
para el viajero de tu propio desierto
A ti de los ojos que convergen en la imagen
que despierto
a ti que desentierras lo que en mis vísceras
es bueno
y te tragas las proas brutales de mi tierno desenfreno
A ti que te comes el musgo de mis túneles
abiertos
consagro a tu íntimo telar mis mejores
abejas
para que el galeote que guardas no
descanse,
y para amordazar el a veces otoño de tu sangre
y así como la araña aún dormida tejas
y la hembra madrecida más allá se amanse
hasta que un día por un cráter se desangre.
JORGE LEMOINE Y BOSSHARDT
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