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El mundo se cierne como un sitio implacable
se alzará la gente para nombrarnos con veneno
y mientras subas como una dulce hiedra por mi carne
mientras yo llueva sobre ti mi grito de silencio
tratarán de lograrte las espinas
para matarnos por la culpa de ser buenos.
Pero nosotros no tengamos trincheras
los fusiles no se alargan más allá de los muertos
y la gente se romperá sobre nuestra frente
porque nuestras manos emigran desde algún
invierno
A anudarse como las golondrinas mientras dormimos
con el mundo a un costado vencido y ajeno.
Si podemos responder por mañana en un instante
Si todo el rito que te empeña logra un rostro nuevo
sobre el fragor de las ciudades se alzará un
himno remoto
bajado hasta nosotros como a un templo
para encender la soledad que nos precede
como un sol inaugurado que nos cae por el cuello.
Álzate conmigo, mi fervor se te acerca
morarás en mis ojos de barro y hornero
y labraré tu tierra con mis manos de palo
para hacerte un vientre bajo el suelo seco.
Toda la historia nos persigue por la espalda
levantemos la hora que ha llegado el tiempo.
Mi raíz empujará en los pasillos de tu sangre
como por andenes hacia nunca partirán los
rostros viejos
y el olvido será un largo camino por delante
mientras que el mundo nos señala con el dedo
y mientras en una calle inventada por nosotros
tragándonos las manos nos vamos por un sueño.
Ya ves mañana es fácil si nace de nosotros
podemos emprender otra historia con los huesos.
Siempre un muerto se afana mordiendo tus talones
Aunque no importa si adelante no hallaremos muertos
Puedo agregar mi insomnio a tu savia sin rumbo
y sobre tus cenizas o tus piedras arrancar un huerto


JORGE LEMOINE Y BOSSHARDT
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