Quería que se lo metiera

A mi despacho una tarde
hizo arribo una señora
-por demás encantadora-
¡se los digo sin alarde!
Resulta que el muy cobarde
de su marido, insensato
la hizo objeto de maltrato
infeliz de poca monta
pero la señora pronta
me dijo lo que relato.

Mire señor abogado
afine bien el oído:
el patán de mi marido
por siempre me ha maltratado.
La pasa malhumorado
ha dejado de ser tierno
ya mi vida es un infierno
no quiero estar más al lado
de ese terrible malvado
¡un minuto ya es eterno!

A la cárcel, necesito
sin miramientos lo ingrese
-sin duda se lo merece-
¡por ser un hombre maldito!
(le dije: espere tantito,
deje usted y me concentro
solo déjeme y lo encuentro)
no importa cuánto derroche
-juro que esta misma noche-
¡seguro lo tiene adentro!

Acaté las instrucciones
que dio sobre su marido
-se lo había ya metido-
¡sin tener contemplaciones!
No comprendo las razones
que a su mente motivara
para que su actuar cambiara
y su actitud corrigiera
-primero qué lo metiera-
¡y luego se lo sacara!

Estuvimos largo rato
adentro de mi despacho
me dejó cual un hilacho
después de tanto maltrato.
Se los digo como dato
-ya no hallaba yo que hacer-
¡me sentía enloquecer
no importaba que alegara!
-pedía que lo sacara-
¡y lo volviera a meter!

Para dentro y para afuera
hasta amanecer el día
ya mi cuerpo me dolía
con esa implacable fiera.
Para que algo le doliera
a esta mujer tan malvada
pa'que la muy condenada
estuviera arrepentida:
-le cobré cada metida-
¡y también cada sacada!