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Se me derramó el café
Publicado por Cris Cam en el blog El blog de Cris Cam. Vistas: 365
Se me derramó el café
A Gala
Se me derramó el café.
Se me quemó la sopa.
Todo por tu blanca culpa, niña.
Tu recuerdo me levita.
Sin que seas partícipe de mi pena.
Te amo y no tengo tu permiso.
Por eso me escondes los versos, la hoja,
las plumas, los zapatos, la estufa y el ropero.
Cierto, sos un ángel.
¿Cuál es tu advocación?
A veces sacás espadas de luz, que salen de tu boca.
Tu lápiz es doble filo para entrar en el bosque,
comerte las uvas a escondidas,
imaginar tu retenida lascivia,
mirar el mundo con ojos de niño.
Te veo.
Me entregas respetuosa indiferencia.
Lástima que sea yo.
Que sea yo quien viva descolgado.
Descolgado tratando de hacer pie en tierra.
Te veo tan lejana, montada de zapatillas.
Se me derrama el café.
Se me desfondan las palabras.
Pero, niña, no te engañes.
No estoy tan loco como parezco.
No se me derrama el esperma por vos.
Aunque esté sin cuenco.
Ya lo hará otro.
Todo a su tiempo, su espacio.
Ya sabrás ofrendar el espacio infinito de tus omóplatos,
el tesoro inconmensurable de tu himen intacto.
(Cosa que se suele regalar bajo los faroles de las plazas)
Ya tendrás tu torbellino de sábanas.
Masticarás las uñas de tu amante.
Yo los he tenido,
la gata se me hizo hiena,
me alumbró capullos y me esconde retoños.
Los he perdido,
ahora sólo tengo soledad de promesas rotas.
Cuidado, niña, hay tantos trenes.
Pero uno sólo te lleva a la paz del otoño.
Sólo que estás allí, frente a mí,
Como la vecinita de enfrente.
La compañerita de banco.
Mientras yo,
el repetidor, el aplazado, el vencido, el incendia pavas,
desde aquí,
cuento las estrellas,
busco a mis hijos adolescentes bajo las baldosas de su olvido,
lleno de sangre los destacamentos,
arrojo dulces abuelitas por las escaleras,
le enveneno el mate a los golpeadores,
apago soles,
desato tempestades.
Hasta que el hada me reclama Saturno.
Me distrae tu perfume ausente,
me enredan tus cordones, tus zapatos,
me envenena de miel lo atroz de tu inocencia
Ya me descolgué otra vez,
y tu tu tu tu corazón da ocupado...
Perdón, niña de los parapentes,
no te enojes, sólo es poesía.
Tan cierto es que nunca te tendré
(y no te reclamo)
como que no puedo dejar de escribirte.
Snif.. snif... huelo a corazón quemado.
Debo salir al patio,
y, ya te lo dije,
soplar las hojas húmedas de la tarde,
jugar con las chicas de mi edad.
2001
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