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Solitude.
Publicado por Dark_Fairy en el blog Monster.. Vistas: 514
También me había encontrado a Reina, aquella mujer con la que me peleé y me contente dos años después allá por las vísperas de mi boda, me la encontré por esa calle de adoquines desgastados, con el sol de las ocho y cacho despertando todavía a unos pocos pájaros, la gente sonríe, siempre sonríe.
(Salen de escena las mujeres que compraban donas a un hombre con gorra amarilla).
Reina, está vestida con uno de esos ensambles que ahora se usan pero que son de los setentas, ella siempre se ha maquillado muy bien, me imagino que ha practicado mucho para eso, también tenía unos aretes que brillaban muy tornasol, mientras con una mirada de tristeza, me contaba sobre su mal sabor en ese trabajo, parece que, muchos tenemos el problema ese, de los pasteles que, tienen un centro ácido.
(La gente pasa y se escuchan pedazos de sus conversaciones).
Reina, quiere seguir sonriendo, pero el fantasma del llanto se pasea por sus ojos muy bien delineados, me abraza y sigue su rumbo, yo camino por esa calle que parece no terminar, para entrar y entregar este pastel que ya no quiero y que se ha vuelto un estorbo, una merma, un dolor, algo insoportable, éste pastel, ya no es bonito, no sé en que momento dejó de serlo o es que, fue así siempre, era tan delicioso, se veía tan apetecible, era tan hermoso, era para mí, pero de repente me dolían las muelas, de repente, ya no hallaba donde ponerlo, de repente se convirtió en una monserga.
Yo veía entrar a la gente a la tienda, (sonrientes, porque la gente cuando entra a escena, sonríe siempre) Con sus cabellos todos peinados, recién lavados algunos, salían y se iban a por sus niños a la escuela, mientras yo ya me sabía de memoria todas las posiciones del sol, ya sabía cuando era medio día, cuando comenzaba el albor de la tarde y lo tétrico de cuando la noche abarcaba ese paseo, yo miraba a mi papá sentado, cansado del día, cansado del duelo, cansado de todo, todo porque él se dormía a las ocho de la noche.
Yo ya he sentido la soledad avasallar cada pedazo de piel viva y muerta, y no muerta, porque yo extrañaba ver las piedras de mi calle y el reflejo de la tarde y las estrellas gigantescas, escuchar relatos de terror, es que, yo no quería ya seguir comiendo el pastel furioso.
Reina se sonreía porque, había invertido parte de la mañana maquillándose, Reina sonreía, luego todos salíamos de escena.
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