Tarde de cigarras.

Caminan las horas buscando los días

yo busco entre los pliegues los ácaros vivientes

la apolillada tarde encendida con reseca de hiedra

la ceniza de ojos ciegos respirando retoños verdes.


Allende los cielos el humo guiñe sus ojos

la nube tarda en distinguir el vaho

engaña el tono y no da para mojarse las pestañas

la araña no se inmuta y puede dormir tranquila.


En su mundo perturba el silencio la cigarra

despista el número sin saber el origen de su canto

las alas mientras tanto no le dan para volar

si no para de su alarde es un canto fúnebre.


El velo es el último y su punto de partida

la ironía de vuelo y alas sin llegar a ningún lado

muerte y sepulcro determina a su llegada

su destino es a pico de pájaro sujeto.


El otrora gigantesco en sombras de gajos se desmorona

sin remedio el pesado tiempo recostado sobre sus hombros

esperando revivir el fuego con su pedaceria

de su boca lenguas vivas danzan sedientas

hasta que de noche se diluyan en polvo de ceniza.


Geber Humberto Pérez Ulín.