un rostro se desvanece

Amo dialogar frente a tu boca

hasta el flagelo que anhela la mordedura.

De tanto amarte vivo fuera del tiempo

y busco la palabra que no hallo perfecta

para enamorar tus oídos al ceñir su letra,

Siempre adulterada, mixtura de ajenjo y acíbar,

laminada de tonos inexactos.


Inquiero la brevedad de la pausa

e instalo armonías sobre el quieto silencio

donde solo convivo con mis espejos,

y en la doliente simplicidad distorsionada

abordo la disertación del soliloquio.


Ahí la umbrosa transparencia,

el carraspeo de garganta enrojecida,

el grito más profundo se emparenta al quejido

que ni vientos lastimeros rememoran,

arcanas piedras donde los lobos

aullaron hambrunas añiles del hueso enflaquecido.


El cuerpo de ausente materia

pierde la esencia

en la piel desgarrada

y solo sobrevive el recuerdo níveo

de una mujer con desvanecido rostro.






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