Rondas Desdichadas

Rondas Desdichadas

Vienes con tus ojitos mojados y
cada lágrima se vuelve espina
que clava, mi cuerpo, mis entrañas.

Son las miserias diarias que arrastran
humanos que no tienen nada.

Ojitos mojados, no llores
sobre mi hijo, tus
lágrimas desoladas.

Tengo hambre,
dicen tus labios,
saben a pueblo
tus palabras, haces
mía tu hambre, haces
mía tu rabia.

Boquita que come
del basural manjares,
no des a mi hijo,
de comer en tu cuchara.

Tienes los pies ligeros,
como del gorrión las alas,
con ellos vas y vienes
por las estaciones del tiempo
recogiendo migajas, pies
desnudos , no calces a mi hijo
con tus zapatos de escarchas.

Traes tus manitos, cual
árbol de Otoño
vacías sus ramas, que
se alargan implorosas,
inútiles, al que pasa con el
bolsillo repleto de oro, pero
vacío de piedad humana.

Manitos de Otoño,
no des a probar a mi hijo,
tus frutos de nada.

Con sus cuatro años
jugando al pedir
lo veo, otras veces
senil y de blanca barba,
niño-anciano, no
juegues con mi hijo
tus rondas desdichadas.

 

Muy buena tu pluma. Te aplaudo esta obra. Saludos.

 

Interesante tu escrito, es un cántico oscuro. Aunque mi comentario no sea bolsillo repleto de oro, pero vacío de piedad humana. Un gusto leerte, un abrazo, amigo.