A las seis menos diez de la tarde.

Me encuentro en una prisión
de lacerantes barrotes
hechos de sentimientos encontrados
de dudas, recuerdos y miedos
y tú, sabiéndolo…

Esperando en la soledad de mi celda
mirando tu foto clavada en mi pecho
espero un guiño, un aliento
solo dos palabras de consuelo
que me digan..., te amo
o al menos un..., te quiero.
Y dices que me llevas en el recuerdo

Y por fin; a las seis menos diez de la tarde
cuando mi enclaustro se volvía infierno
sonó la musiquilla de tu mensaje,
lo recibí como agua que toma el sediento,
en él ponías - ¿Qué tal, mi amor? [...]
Te quiero, besos.