La muchacha triste de Toletum

Mi nombre es Thomas L. Damone
buen músico y mejor dramaturgo,
y he viajado por muchos lugares
desde América a Sans Petersburgo.

Hice escuela en las viejas letras
licenciando mi carrera en el desamor
para darme luego a trotamundos
como bohemio, poeta y escritor.

En uno de mis cuantiosos viajes
hallé hogar en una ciudad Española,
un lugar donde cobijar mis penas
al suave arrullo de una gramola.

Dicha ciudad, por nombre Toletum
era digna de prestar inspiración,
un lugar donde componer mis rimas
y dedicarme así a la oración.

Sus viejas callejuelas dejan ver
las vigilias de tiempos pasados,
un reclamo de épocas mejores
de siglos que quedan ya olvidados.

Cuando la noche cae en Toletum
el amor busca nuevos oficios,
dejando en silenciosa soledad
a los novios y sus besos novicios.

Fue en una de tales ocasiones
bajo el cielo estrellado sin tacha,
donde a los pies de una callejuela
contemplé a una joven muchacha.

Con una mano triste y delicada
arrancaba notas de un organillo,
su mirada se prendía ausente
bajo la tenue luz de un farolillo.

Sus cabellos rubios eran de Sol
sus labios como seda vaporosa,
y sus ojos recogían dos asfódelos
arropados por dos pétalos de rosa.

¡Oh! Cómo olvidar sus ojos verdes
¡Cómo describir su triste mirada!
En sus ojos morían dos astros
arrancados de la noche constelada.

Más me pregunté: “¿Cómo era posible?
¿A qué en su rostro anida la tristeza?”
Dirigíme entonces hacia la joven
y pregunté con carraspeo y tibieza:

“¿Por qué lloráis vos en esta noche
cuando el llanto se marcha tan a prisa?
Si por la mirada os doy el mundo
¡qué os daría yo por una sonrisa!”

Y su sonrisa fue como un fulgor
del relámpago que ilumina el mar,
sus labios dibujaron un poema
fácil de ver e imposible de olvidar.

Me miró en un minúsculo instante
con sus radiantes ojos celestiales
y su mirada se volvió a perder
por sus rincones habituales.

Entonces se levantó al momento
y se alejó por aquel callejón,
no sólo me quitó un minuto
también me robó el corazón.

No supe más de aquella muchacha
tan hermosa y carente de calor,
tan sólo me queda su recuerdo
y el presente poema de amor.
​

 

Saludos y estrellas. Siempre encantado deleerte.

 

Un bello poema, un mágico recuerdo que anidará en un rincón de tu pecho.
Un beso.

 

Muy bueno, un gran trabajo, una historia que encanta.

 

Gracias a ti por leer. Un placer tenerte por aquí.

 

Muchas gracias, compañera. Creo que Toledo tiene una magia especial e idónea para este poema.

1 saludo!!

 

Bellamente lo has narrado
y aunque la muchacha triste
lo dejara con dolor,
pudo inspirar en romance
a un bohemio, trovador.
Un placer leerte
saludos,poeta

 

Gracias por tu comentario

 

Toletum debe darte mucho más que inspiración, tus versos me resultan alentadores a la vez que melancolicos.
Me ha encantado leerte.
Un saludo Salmantino

 

Como siempre, tus comentarios son muy bien recibidos. Muchas gracias por pasarte a leer, ni siquiera me habída dado cuenta de que tenía un comentario tuyo en este poema

 

Excelente regalo para estos ojos de Otoño casi Inviernales
que por un momento en el poema se translada a tiempos
que són realmente un deleite en imagenes, ¡Cuanto arte!
a rebosar desbordas el espacio de la pantalla, ha sido no
un plácer si no un privilegio leerte amigo mío, y lo haré en
todos y cada uno de tus poemas, enriquecen muchisimo el
Arte de la poesia,lo que más amo.Mi reputación y estrellas
¡No es absolutamente NADA! para calificar ¡Esta maravilla!
un abrazo desde mí amada Toledo a la que has tenido la
amabilidad de centrar tu obra.¡BRAVO POETA! me pongo en
pie ante esta ¡Maravilla hermano!.Deseo tu opinión en esto
es ¡Muy, muy importante para mí! http://www.mundopoesia.com/foros/poemasgenerales/355610-no-matemos-al-poeta.html

 

Precioso poema amigo, elegancia, estilo y recuerdos que brotan de tus versos. Saludos y estrellas. Besos con cariño.

 

Me vas a sacar los colores! Jajajaja! Bueno, muchas gracias. Este poema tiene algo especial. En una ocasión en que visité Toledo (yo soy madrileño, olé!) me crucé con una chiquilla preciosa. Estaba en el casco viejo de la ciudad, y me miró con unos centelleantes ojos claros que me dejaron sin aliento. Fue uno de esos momentos en los que pierdes la conexión con el planeta y no sabes si estás dentro de un sueño, no sé cómo explicarlo exactamente. El caso es que me inspiró este poema, y si te ha gustado, entonces no puedo estar más satisfecho