La muerte de un cobarde (1ª parte)

La muerte de un cobarde.​

...“Corrían tiempos de gloria, eran inevitables los augurios que mojaban sin mesura a aquellos valientes que morían en combate; llenos de orgullo sus hermanos compatriotas por el honor al ver sus medallas bañadas en sangre, aquellas que han de otorgarse a pocos hombres que supieran entrever la filo-defensa de acústica rabiosa y sagaz la cual con su música acababa por unos muertos y otros moribundos con la sola razón del hombre: morir con lealtad a su patria o ser un cobarde”....
En Alemania las cosas parecían venturosas, el FHÜRER asistía a cada evento de mística repugnante lo cual hacía creer que el tercer reino sería ya una cosa juzgada dejando atrás la miseria provocada por una secta religiosa a la cual los alemanes arianos mecían con asco insensato y que les proporcionaba indignación al ver su progreso socio-económico frente a la magra realidad que padecían ellos, nativos, como así se hacían llamar moralmente como distintivo del resto de la sociedad. Así en forma de despecho trataban de eliminar todo aquello referente a los (judíos), quemaban sus libros, los hacían desparecer, los torturaban, los aniquilaban literalmente. Al igual que en Rusia los conservadores se veían desbordados por los campestres que tras años de silencio se lanzaban como trombas por un pedazo de pan que no saciaba todo el hambre pero si contentaba y un vaso de aguardiente para sanar las penas que acogían durante el frío invernal. Podría ser casualidad pero en ambos sitios se acrecentaba una nueva política sociológica que en principio enarbolaba umbrales sociales, públicos y privados en pro de un conjunto societario –comunitario - estadista, llevados a cabo por personajes políticos que mediante practicas demagógicas solían garantizarse un lugar en el poder desde el cual esgrimían los recursos para la subsistencia como nación. Los Nacionales hacían ecos de barbarie tras los mensajes sarcásticos que envolvían a la masa y la sacudían como un animal a su presa hasta dejarla inmóvil e indefensa, es allí cuando llegaría el salvador, el único capaz de darle al pueblo el espíritu de guerra, ese mismo que, aguerrido, tan solo con sus fuerzas llenara los corazones abatidos de los ciudadanos dispuestos a dar la vida por su tierra.
No era menester del salvador incurrir en conceptos ego-estimulativos para encarar asuntos de índole comunitaria puesto que, la sola figura de un “protector”, bastaba para conciliar aspectos figurativos en relación a las tareas corporativas.
La guerra era un simulacro de abstinencia perdida a un poder bastante agraciado que con sus largas y escuetas sendas lastimosas cobraba hasta el último centavo de precio a quien osara ocupar su lugar, acampante a la espera de un zarpazo de timón y navegar triunfante hacía la libertad psicológica interna emocional.

 

Note habia leido, aunque te dire que apena entiendo de politica, es un tema que no me agrada y me aburre jejej, pero si me agrada lñeerte ati amigo.Un abrazo

 

Es que los humanos siempre andamos buscando un salvador, desde el principio de los tiempos; y nunca aprendemos!!!
Buen pensamiento basado en mucha certeza documentada.
Un gusto leerte.

 

Gracias por comentar Ya se vendrá la 2ª parte.