Miseria ronda

Esperan necios palabras tercas,
muchedumbres se cuelgan dioses,
morirme de mí jamás.

Ausencia nos grita pesos,
caen desde cielos blanquiazules
ésos que nos roban las costumbres,
los que te tienen con míseras convulsiones,
sólo por hoy pero siempre nunca,
vencidos todos, sal de aquí y déjalos entrar.

Acatar la norma, sólo acatar.
Esclavos de matutino martirio
bebemos llantos y pronto nos aprisionas, azar.

¡Querellas vienen como poetas niños!
Los viejos, autómatas, nada quieren que no sea de la gloria tragar.

¡Mírame rojo ojo de lágrimas secas!
Muertes pasean uniformes,
quieren ellas la alfombra cruzar,
y aunque andes con infame vicio,
todos aquí te han de tronar.

¡Ah! Burda realidad... Astuta te burlas, te burlas de la vida, nada hay, nada se tiene en el umbral.
Morimos como vivimos: ¡soledad!
Y bajo tierra tres paisajes nos envuelven,
escaso olor, pérfido aroma se pierde en algún lugar.

Pero todo allí está para llorar:
llorar los quiméricos sueños, ríos vienen abajo y desembocan en tu boca,
ésa que me quiso amar.
Espero no me venga un suicidio en diurna hora
porque si me ves me vas a regañar.

(Y es que estamos tan heridos,
heridos de aliento e hijos,
todos se bastan y no hay nocturna espera
en que los creas en la idílica fiesta de un más acá.)​

Fatídica te asomas y hoy, así como ves,
mañana tú serás...