Musa ofendida

Tercamente peleo
con la misma musa de siempre,
esa que sólo me visita
cuando los caprichos colgantes de sus cabellos
deciden redimir mis esfuerzos.

Doy vueltas como perro hiperactivo
que busca morderse la cola,
la cafeína trata de llegar allá,
donde la inventiva ya no funciona.

Clamo por una idea,
con tanta intensidad y vehemencia
que luzco como pordiosero de la inspiración,
agitando su tarro
por unas pocas monedas de virtud.

La musa se pasea frente a mí,
con media sonrisa se burla:
"¿Te dices poeta,
y no logras sacar ideas
de tu vieja gaveta?
Busca, busca poeta,
entre tantas letras viejas,
¿nada vale la pena?".

Me encolerizo,
deseo escupirle los versos en la cara
a la musa de mis amores,
que cuando se comporta así
me recuerda mil carencias y cien terrores.

Es tanta mi ira,
que lanzo por todos lados
colecciones de improperios,
elencos de maldiciones,
gárgaras de insultos.

Y ahí,
en medio de mi animada gritería,
advierto que aquella musa
se encuentra murmurando
frases casi mudas,
de frente a la pared.

Me acerco, parece que llora,
el resentimiento maquilla su rostro,
esconde la mirada pero sigue hablando;
me acercó más,
no sé si con temor o vergüenza,
y alcanzo, por fin, a escuchar sus palabras:

"Los sonidos son imágenes
que no pueden ser vistas
a través de los ojos".

Luego, cae la noche,
reina el silencio.

-G. Arroyo, 09/Mayo/2011-

 

Vaya, te dierón calabaza por lo que veo.Deja correr el agua.ABRAZOS

 

¿Cuantas veces nuestra musa se nos pierde por instantes? Y nos toca hacer eso del mendigo pidiendo una limosna de inspiración. Pero menos mal, siempre regrasa. Buen poema Gustavo, bendiciones y estrellas. Un gusto leerte.

 

Rosa, abrazos desde Costa Rica!

 

Gracias, Kimbisero. Abrazos desde Costa Rica. Espero sigamos compartiendo inspiraciones!!